miércoles, 4 de febrero de 2015

Esos colonos Italianos que realizaron la segunda "Conquista del Desierto..." (1974).

Esos colonos Italianos que realizaron la segunda "Conquista del Desierto..."
Adolfina entonces tenía 22 años.
Adolfina Carmeni de Galletta llegó a los 22 años. Evoca hoy los primeros tiempos de la colonización italiana a estas tierras. Tiempos en que había que amasar el propio pan...

Adolfina Carmeni de Galletta tiene 72 años, una amable conversación, un sentimiento de fervorosos recuerdos, y con desenvoltura y lozanía mental, retrotrae el tiempo aquel cuando había un río, canales y por sobre todo soledad. Y la enorme fe de los colonos italianos.
Ella tenía 22 años cuando vino a estas tierras.
Una juventud pletórica de esperanzas. De aquel tiempo cuando las mujeres acompañaban a los hombres con entereza, con empuje, con obstinada tenacidad. Y con trabajo, gracia y ternura.
Doña Adolfina, pertenece al grupo primero de las seis familias que vinieron a colonizar esta región. Y recuerda clara y rápidamente sus apellidos: Rimaudo, Gianni, Zambitto, Librio, Battaglia y naturalmente Galletta.

Dos y un hijito.
Con su esposo Francisco Galletta ese hombre que tanto hizo por Villa Regina, y cuyo espíritu emprendedor, por ejemplo, se debe la primera instalación del riego por aspersión en el valle, vino Adolfina, y una esperanza tierna y rosada de 10 meses.
Claro que esos colonos no hesitaron ante las dificultades, ni temblaron ante lo desconocido, ni se enriquecieron ante la adversidad. Pero todo lo soportaron.

La vida porteña.
El matrimonio de italianos hacia pocos años que estaba en Buenos Aires. El esposo oficiaba de guarda de tranvías.
Una vez leyó un aviso periodístico en el que anunciaba la creación de una colonia en el Alto Valle, y se invitaba a italianos a sumarse a ese esfuerzo.
Don Francisco consultó con amigos. La invitación tentaba a ese espíritu un tanto aventurero y mucho conquistador que tuvieron aquellos contingentes de inmigrantes. Eran familias conocidas, y así, las decisión del grupo fue más fácil; y menos insegura. Y se vinieron con muy pocos pesos y la fortuna de los sueños.
Llegaron a Ingeniero Huergo. No había lugar donde vivir. Debieron construirlo con materiales que estaban a mano. Sólo estaba por ese tiempo en esa región el ingeniero Bonoli y Emilio Bignami que fueron los avanzados en esta cruzada.

Ni un solo pájaro.
"Todo esto -nos dice la señora de Galletta- era un erial. Mucho me extrañó no ver sino de vez en vez algún animal silvestre y más aún ningún pájaro. Soledad, silencio, monotonía".

Cooperativismo.
"Claro que todo era muy difícil y había que tener aliento, optimismo. Por eso algunos se fueron. Los colonos comprendieron que el esfuerzo individual era a veces vano contra todo obstáculo.
Surgió entonces la idea de formar una cooperativa y con ella se avanzó mucho.
Mi esposo fue uno de los fundadores de esa cooperativa que fue avanzando y avanzando y hoy es conocida en todo el país: La Reginense.

Primeros cultivos.
"La Compañía Italo Argentina de Colonización les dio recursos para adquirir alimentos, semillas, implementos.
Durante los primeros años se sembraban porotos, alfalfa, viñas. Los frutales también, pero ya se sabe que tarda años para rendir. Sobrevinieron penosas diferencias. No se les pagaba el precio justo: los colonos a veces debieron vender forzadamente y eso iba descapitalizando. Y también desanimando. Por eso o se fueron, o les remataron el campo.
Nosotros, tuvimos también muchas dificultades económicas, pero mi esposo insistió, sobre todo por que estos aires del valle le habían recuperado una afección bronquial crónica. Y estudió, leyó mucho, se interesó por todo, asistió a conferencias, preguntó a técnicos. Es decir, fue adquiriendo una cultura agraria, que ninguno de nosotros teníamos. Por eso, al poco tiempo, hizo un vivero. Trabajábamos todos en familia. Los chicos también ayudaban".

Se transcribe material publicado en el suplemento del Diario "La Nueva Provincia": VILLA REGINA LA PERLA DEL VALLE EN SUS 50 AÑOS, Bahía Blanca miércoles 6 de noviembre de 1974, página 14.

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