sábado, 3 de enero de 2015

Regina Pacini de Alvear.

Regina Pacini de Alvear.
La historia de Regina Pacini está representada por acontecimientos que marcaron su vida con duros momentos que supo sobrellevar con gran entereza, su historia tiene todo lo que se necesita para una novela de amor y sacrificio.

Regina Isabel Luisa Pacini Quintero nace en Lisboa, en el seno de una familia de músicos un 6 de enero de 1871, fue bautizada Regina por haber nacido el día de Reyes. Su padre era director escénico del Teatro Real de San Carlos, en Lisboa. La vida de Regina desde temprana edad estuvo rodeada por músicos y cantantes, acompañaba a su padre desde los 5 años al teatro a presenciar los ensayos de las grandes cantantes líricas de la época, era una espectadora privilegiada.

Pero esta vida termina cuando muere Pietro Giorgi Pacini, doña Felicia  y sus tres hijos debieron mudarse a una zona menos elegante, Regina tenía sólo 12 años, pero siguió fascinada con la idea de una carrera de cantante lírica, es así como su madre decide llevarla con el maestro Napoleón Vilani, conocido del padre, quien accedió a darle lecciones de canto gratis y así durante tres años asistió a las clases en el único horario disponible del maestro, las once de la noche.

La preparación de Regina la encuentra el 5 de enero de 1888, día en que cumplía 17 años, debutando en el Teatro Real de San Carlos con la obra “La Sonnambula” de Vincenzo Bellini, a partir de allí se convirtió en la favorita de los melómanos de Lisboa y los críticos destacaron su talento. Es así que su carrera comienza a transitar el camino del éxito a través de un sin número de presentaciones, esto lleva a su madre a tomar la decisión de acompañarla y al mismo tiempo transformarse en una hábil administradora de su carrera,  se trasladan a Paris en donde por 2 años Regina estudia canto y declamación lírica con Mathilde Marchesi, condesa Castrone, que haría de ella una diva.

Al término de esta etapa es contratada para actuar en España, debutó en el teatro Real de Madrid en 1890 y en Cádiz, alternando con visitas a su patria para cantar en el Teatro Real de San Carlos en Lisboa, en 1893 es invitada por los reyes oportunidad en que Carlos I de Braganza le otorga el título de Cantante Real de Cámara, lo que determinaba su participación en los grandes acontecimientos de la casa real portuguesa en el palacio de las Necesidades, es  entonces que a partir de allí inicia una relación de amistad con la reina Amelia. Tiempo más tarde es invitada a cantar varias veces en el Palacio de Oriente en España y tanto madre como hija son recibidas  por la reina regente María Cristina.

En 1895 es invitada a cantar en San Petersburgo, en el Teatro Aquarium, tenía veinticuatro años y debía conquistar Europa. Dos temporadas después era aclamada en el Teatro Conservatorio de la misma ciudad y en el Teatro Imperial de Moscú.

A los 26 de años de edad Regina estaba en la cumbre de su carrera, continuaba sus estudios enriqueciendo su técnica y su voz, mientras tanto su madre se había convertido en una hábil representante consiguiendo los mejores contratos para su hija. Debido a su amistad con la reina Amelia había conseguido que su hermano José fuera empresario del Teatro Real de San Carlos.

Es contratada y canta en la Opera de París, el Liceo de Barcelona, el Volstrung de Dinamarca, la Scala de Milán, teatros de Rusia y Polonia, su carrera se afianzaba cada vez más, en diez años de intenso trabajo había pasado a ser una celebridad.

En 1899 realiza una gira que abarcó Uruguay y Argentina, el 15 de julio se presenta en el Teatro Solís de Montevideo y en agosto en Argentina, esta presentación en Buenos Aires marcó un acontecimiento importante en la vida de Regina, un 1º de septiembre de 1899 hace su debut en el Teatro Politeama con Lucia de Lammermoor. Entre el público presente se encontraba Máximo Marcelo Torcuato de Alvear que desde el primer momento quedó fuertemente impactado por la diva, le envía a su camarín un ramo de rosas rojas y blancas junto con un costoso anillo, Regina aceptó las flores pero rechazó la joya. Recibe al presidente Julio Argentino Roca que junto con sus hijas pasa a saludarla y  le regala un prendedor de perlas y brillantes. La sociedad argentina queda cautivada y se desvive por agasajarla, se ofrecieron en su honor reuniones en las legaciones de Portugal y España, Regina participa en varios recitales para recolectar fondos, como los realizados en Ascochinga y Mar del Plata para la construcción de los templos religiosos de esas localidades. Durante su estadía siempre recibió en su camarín el ramo de rosas acompañado por la tarjeta que decía: Marcelo T. de Alvear, todavía.

Luego de actuar en Buenos Aires, Rosario y Santa Fe, en noviembre Regina resuelve regresar. Alvear decide entonces embarcarse rumbo a Europa. A su llegada se dirige a España, donde fue invitado por su hermana María del Carmen Dolores Josefa, casada en segundas nupcias con el príncipe Adolf Fürst von Wredde, a vivir en su mansión de Madrid. Es entonces que se ofrecen fiestas a la que  Regina es invitada. En todo lugar en donde se presentaba Regina estaba  Marcelo.

En 1901 nuevamente Regina es contratada para presentarse en Buenos Aires, canta en el teatro San Martín de la calle Esmeralda, interpreta El Barbero de Sevilla, La Bohème, I Puritani y Lucia de Lammermoor. Regresa a Europa y el 6 de junio de 1902 canta en el Covent Garden de Londres  con el tenor Enrico Caruso la ópera Lucia de Lammermoor y pocos días después otra obra de Donizetti, L´Elissir d´amore con un éxito rotundo, poco tiempo después en 1903 volvió a cantar con Caruso en la Ópera de Montecarlo, que por aquella época se había transformado en el centro más elegante y aristocrático de Europa. Regina tenía treinta y dos años y una carrera plena de éxitos por delante.

Mientras tanto Marcelo durante esos años de permanencia en Europa alternó su vida social con la oportunidad  de escuchar a Regina en los teatros en donde se presentaba, en cada lugar en donde ella cantaba estaba él con sus flores.

Es en 1903 que finalmente Marcelo le propone casamiento, la decisión fue difícil, su madre se oponía sabiendo que la sociedad argentina nunca la aceptaría, pero también existía la condición puesta por Marcelo de que Regina abandonara su carrera. Para ella que había luchado duramente para lograr ser reconocida por los públicos más exigentes, abandonar el canto, las presentaciones en los teatros famosos de la época le significaba un gran dolor, debía dejar todo para casarse, sabiendo que sería rechazada por su condición de artista, pero su amor por Marcelo pudo más y finalmente aceptó su propuesta. Cuatro años más tarde terminados los compromisos artísticos de Regina, se casaron un 29 de abril de 1907  a las siete de la mañana en una sencilla ceremonia en la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, construida en 1567 en el Chiado, el barrio céntrico de Lisboa, los padrinos fueron José Pacini y Carlos Torcuato Diego de Alvear,  representado por su sobrino Adams Benítez de Alvear, hijo del primer matrimonio de su hermana con Apolinario Benítez, su madre Felicia Quintero de Pacini  y su hermana Constanza Pacini de Cámara.

Luego de pasar su luna de miel en Estoril, regresaron a Lisboa y dos días después partían hacia París en donde residirían durante veintisiete años. A Regina la esperaba la sorpresa de encontrarse con el regalo de su marido, una hermosa mansión ubicada en Marly, cerca de Versalles: el Manoir du Coeur Volant (actual residencia del Conde de París y su familia, de la Casa de Orleáns, heredero de los reyes de Francia), de tres pisos estilo normando ubicada en un predio de varias hectáreas. La decoración había sido realizada personalmente por Marcelo igual que la importante pinacoteca que juntos compraron en los mejores lugares de París y Londres. En el órgano del salón de recepción en varias oportunidades tocaba el organista del Sacre Coeur para acompañar a Regina mientras cantaba sólo para él. Su vida en “Coeur Volant” estuvo signada por una de las etapas más felices del matrimonio.

Era la época en que Francia era el lugar donde  los millonarios argentinos tenían puestas sus miradas y al cual acudían cuantas veces podían, tenían sus residencias en París María Unzué de Alvear (esposa de Angel), Ramona Aguirre Ocampo, Sara Unzué de Madero, Josefina Elortondo de Bemberg, Adelia María Harilaos de Olmos “(una de las mujeres más ricas de la argentina, nombrada en 1930 Marquesa Pontificia por el Papa Pío XI)” (1), entre otras, cuentan que, “Adelia María frecuentó en París en su residencia de Coeur Volant  a los Alvear y que cuando Regina llegó a Buenos Aires la amparó y la invitó a sus tés.” (2) Otras argentinas que la visitaron fueron Susana Torres de Castex y Sara Wilkinson de Santamarina, el resto de la sociedad porteña la ignoró, era evidente que nunca sería aceptada.

Corría el año 1911 cuando el matrimonio viaja a la Argentina con motivo del casamiento de la sobrina de Marcelo, María Elvira, hija de su hermano Carlos Torcuato Diego y María Elina González Moreno y Halbach, con José Agustin Pacheco y Anchorena, hijo de  José Angel Pacheco y Agustina Anchorena, nieto del Gral. Angel Pacheco Se embarcan en marzo en el Koenig Friedrich Augustus hacia Buenos Aires, en esta oportunidad se hospedan en el hotel Plaza El día del casamiento tomaron el tren especial para los invitados que partía de Retiro rumbo a la estación General Pacheco, en donde los esperaban los carruajes que los trasladaron a la estancia El Talar en donde en la capilla Purísima Concepción de María de la estancia se realizaría la ceremonia, los novios fueron trasladados desde el Castillo hasta la iglesia en una carroza que perteneció a Catalina II de Rusia. En el Castillo ubicado en la loma que dominaba la estancia, un suntuoso edificio de tres plantas de estilo Luis XIII, construido en 1882, se celebró la recepción y en la que Regina fue tratada con educada frialdad y miradas curiosas.  Permanecen diez días en Buenos Aires.

En 1912  cuando Marcelo es elegido diputado,  regresan a Buenos Aires y comienzan cuatro años de vida política,  durante los recesos del Congreso  retornaban a Francia.  La vida de Regina se había tornado difícil, pero todo lo toleraba, incluso fue la época en que Marcelo se ocupó de retirar de circulación los discos con las grabaciones realizadas por ella, su pasado estaba borrado como si, en realidad, nunca hubiera cantado.

Cuando Yrigoyen gana las elecciones y asume la presidencia el 12 de octubre de 1916,  Marcelo es nombrado Ministro Plenipotenciario en Francia. Europa estaba en guerra, su residencia se convirtió en centro de reuniones de diplomáticos y aristócratas, entre ellas la reina Amelia de Portugal, gran amiga de Regina, el prestigio dentro de la colonia de argentinos residentes en París se acrecentó considerablemente, el aporte personal de Regina en la ayuda  para organizar un banco de sangre y en la atención de los soldados en el hospital donado a instancia de Alvear por la comunidad argentina en París, tuvo el reconocimiento  del gobierno francés, quien le otorga la Legión de Honor por su labor humanitaria.

La guerra dio paso a la paz tan ansiada y la vida continuaba en un París que comenzaba a transitar la normalidad, el tango con Carlos Gardel hacía furor entre los parisinos. Era famoso el “Garron”, en el número 6 de la rue Fontaine, en Montmartre en donde se reunían a bailar la colonia de argentinos y en donde no faltaban Regina y Marcelo.

Lentamente se acercaba el fin del mandato de Yrigoyen, en las internas partidarias triunfa la fórmula Marcelo Torcuato de Alvear y Elpidio González, el 2 de abril de 1922 gana el radicalismo y el 25 de mayo se celebra en la embajada argentina el aniversario de la Revolución de  Mayo y el triunfo de Alvear.

Marcelo emprende una gira por Europa, pero Regina no lo acompaña, viaja a Portugal a reencontrarse son su familia.

A su regreso a Buenos Aires una multitud los esperaba junto a  Hipólito Yrigoyen. Pasan un tiempo en la residencia de los Fernandez Anchorena (actual Palacio de la Nunciatura Apostólica), en 1923 compran un petit hotel en la calle 11 de Septiembre 1240,  del Barrio de Belgrano en donde viven durante toda la presidencia de Alvear, residencia que es vendida apenas concluido el mandato.

El 12 de octubre de 1922, día de la asunción, Regina (51 años) presencia la ceremonia en el Congreso desde el palco de la comitiva oficial, terminado el juramento de práctica la comitiva se dirige a la Casa Rosada en donde lo espera Yrigoyen, en aquella época no se estilaba la presencia de la primera dama ocupando un lugar especial. El 14 de octubre se realizó la función de gala en el Colón, oportunidad que se presenta la òpera Aida de Verdi con la presencia del tenor español Miguel Fleta que viaja expresamente para la ocasión. Como siempre Regina cumplió su rol y fue comentario en las crónicas sociales su hermoso vestido elegido de guipure blanco.

La vida de Regina como primera dama se reducía a acompañar a Marcelo en cuanta ceremonia  oficial se realizaba, apartada completamente de la política era una sombra del presidente. Nos dice Félix Luna, “fue la compañera insustituible de su vida. Supo ser una gran señora cuando su marido ocupaba la jerarquía máxima de su país y puso paz y serenidad en el desorden y violencia de los años de lucha”. Sus amistades eran pocas, entre ellas se destacaban Susana Torres de Castex, María Teresa Pearson Quintana de Álzaga, Elena Necol de Noel y Sara Wilkinson de Santamarina. Se cuenta que no frecuentaba a otras señoras de la sociedad argentina debido al desprecio recibido en su momento, por eso, simplemente las ignoró.

Mientras tanto Regina acariciaba un sueño, levantar un hogar que protegiera a los artistas en su vejez y así nace la Casa del Teatro, fruto de los fondos recaudados a su instancia  donde un 16 de febrero de 1928 se coloca la piedra fundamental en la avenida Santa Fe al 1200, fue inaugurada el 4 de enero de 1938 por el presidente Agustín P. Justo en el último año de su mandato. Se cumplía de esta manera el sueño de Regina, fundar un hogar para todos aquellos que habían dedicado su vida al arte y llegado el momento de su retiro no tenían donde refugiarse en paz.

Por decisión de Alvear, el pintor Benito Quinquela Martín expone en París, “la exposición de París fue un gran suceso y a su regreso es llamado por el presidente quien estaba ansioso por conocer los pormenores del viaje. Marcelo Torcuato de Alvear y su esposa, Regina Pacini, acostumbraban visitarlo en su estudio de la Vuelta de Rocha para verlo pintar. En esa entrevista se habló sobre su próxima meta: la ciudad de Nueva York”. (3)

Años más tarde Benito Quinquela Martín pinta dos murales para la Casa del Teatro:  “Descarga de carbón” y “Día de trabajo”.

Durante su presidencia Alvear encara la construcción de un chalet en Mar del Plata, cercano a Playa Grande (esquina Aristóbulo del Valle y Formosa), demolido el lugar es ocupado actualmente por un edificio de departamentos. El chalet se llamó Villa Regina en honor a su mujer y su construcción fue encargada al arquitecto Baldassarini. Felix Luna describe a Alvear como uno de los primeros en descubrir Playa Grande, y durante muchos años su carpa fue de las contadas que se levantaban allí, era un gran nadador, que no se perdía ninguna temporada veraniega, además le gustaba pescar e iba caminando solo, sin escolta, hasta la escollera norte, con su sombrero blanco, la valijita de aparejos en una mano y la caña en la otra, tampoco llevaba custodia a sus partidos de golf en el Golf Club Mar del Plata. Hasta esta playa llegaba su Ministro de Guerra, Agustín P. Justo, si bien el general no gozaba de simpatía por parte de Regina, esta había establecido una amistosa relación con su esposa Ana Bernal que se continuó en Buenos Aires ya que el matrimonio vivía cerca de la casa de Belgrano, sobre la avenida Federico Lacroze, por lo que eran asiduos concurrentes a la misma.

Llegaba a su fin el mandato de Alvear, cumplido el mismo, a fines de 1928, el matrimonio se embarca en el Cap Arcona rumbo a Europa, desembarcan en Lisboa, donde visitan a los Pacini y regresan a París. Coeur Volant volvió a ser el centro de reuniones de gente de la política, la nobleza y de la cultura. El prestigio del matrimonio en Europa era enorme. En 1930, enterados del golpe de estado de José Felix Uriburu, regresan a la Argentina, la situación política se hace cada vez más difícil, preso Yrigoyen en Martín García, los máximos dirigentes del radicalismo son deportados y se proscribe al partido, Marcelo y Regina abandonan el país, primero Montevideo y luego Río de Janeiro para finalmente en febrero de 1932 regresar a Europa, mes en el que Agustín Pedro Justo asumía la presidencia de la nación.

Es en ese año que  Alvear junto a Regina decide regresar a la Argentina, visita a un Irigoyen enfermo quien es enviado el 16 de diciembre de 1932 nuevamente preso a Martín García por orden de Justo, quien  lo acusaba de conspirar junto con Alvear contra el gobierno y es así como Alvear junto a otros dirigentes también fue embarcado rumbo a la isla. Se había declarado el estado de sitio en el país. Comienza una época de constantes preocupaciones para Regina que pasa momentos difíciles, visita durante 4 meses asiduamente a su marido y logra en varias oportunidades que la justicia decida su libertad, pero en todas esas instancias se interpuso Justo ignorando lo dispuesto. En algunas ocasiones era acompañada por Pascual Carcavallo, gran amigo del matrimonio  había trabajado junto a Regina por la Casa del Teatro, director del Teatro Nacional  mandó construir el Teatro Presidente Alvear que donó luego a la ciudad de Buenos Aires. Cuando en abril de 1933 se levanta el estado de sitio, Alvear fue liberado, pero a fines de ese año, junto a otros dirigentes fue nuevamente detenido e incomunicado en un barco de guerra el General Artigas primero y luego en Martín García, es allí cuando prefieren el exilio y son enviados a Europa en el transporte “Pampa” de la Armada. Mientras tanto Regina viajó en un destroyer y se reencontró finalmente con Marcelo un mes después en Lisboa. Corría el año 1934.

En julio de 1934, vendido Coeur Volant, dejan París y se embarcan el 29 de septiembre en el “Avila Star” hacia Buenos Aires. Dejaban no sólo una casa, sino también una parte de sus vidas. El patrimonio de Alvear había menguado considerablemente, al principio viven en un departamento en la calle Esmeralda, cerca de la plaza San Martín, asistían a las funciones del Colón, pero ya no lo podían hacer en la platea, justamente en una de esas presentaciones Regina ayuda al tenor italiano Beniamino Gigli a ensayar “La Sonnambula” de Bellini.

Poco tiempo después se mudan al segundo piso del Edificio Estrugamou, en Juncal y Esmeralda, su vida está llena de sinsabores políticos, familiares y sociales, pocos pasaban a saludarlos, la sociedad no perdonaba a Marcelo su casamiento con Regina. De vez en cuando los visitaba su sobrino nieto Carlos Torcuato, hijo de su sobrino Torcuatito y nieto de su hermano Carlos Torcuato. Torcuatito vivía en Don Torcuato (Italia y Balbastro) (su hijo se transformó con el tiempo en el comodoro Carlos Torcuato de Alvear quien fue observador argentino durante la guerra de Vietnam, publicando “Vietnam ahora” un relato sobre el conflicto). En realidad no tenían relación con las otras ramas de los Alvear, las de Diego y Emilio. Regina mantenía su amistad con Elena Necol de Noel, María teresa Pearson de Álzaga, Virginia Seges de Edo y Carlota Peralta Alvear de Gowland, como así también recibía a Iris Marga, Luisa Vehil y Eva Franco, ligadas a la Casa del Teatro. Otros liderados por María Unzué, viuda de su hermano Angel Torcuato, jamás volvieron a verlos. Regina y Marcelo pasaban sus días paseando por Bs. As., su Costanera Sur, visitaban anticuarios y hacían sus compras en los puestos del Mercado del Plata. Eran famosas sus vacaciones en Mar del Plata, Villa Regina aún lucía su esplendor aunque la feliz comenzaba lentamente a cambiar.

En 1932 en la Avenida Alvear, Barrio de La Recoleta, se inauguraba el Hotel Alvear,  edificio diseñado por los arquitectos Valentín Brosky y Estanislao Pirovano junto a los ingenieros Escudero y Alejandro Ortúzar, fueron 14 años de obras, siendo remodelado en 1960 y 1990.

Regina había sufrido dos golpes familiares, en 1933 había muerto José y en 1936 su madre Felicia Quintero. Es en ese año que viajan por última vez a Europa en el Andalucía Star y pasan una temporada en su amado París, regresan a fines de 1936 y no volverían más.

En 1941 Marcelo decide construir un chalet en Don Torcuato, “La Elvira”, en honor a su madre, para ello debió hipotecar Villa Regina, su casa de Mar del Plata, el chalet fue diseñado por el arquitecto Rodríguez Etcheto. De todas las tierras heredadas de su padre y madre sólo le quedaban la manzana en donde edificó La Elvira y seis lotes chicos. Su salud un tanto deteriorada lo lleva a descansar a Mar del Plata en donde pasa junto a Regina una larga temporada  regresando a principios de marzo de 1942 a Don Torcuato, su salud había empeorado y en la madrugada del 23 de marzo muere Marcelo T. de Alvear a los 74 años, Regina lo había acompañado durante treinta y cinco años, quedaba sola lo había perdido para siempre. Sus restos fueron velados en la Casa Rosada.

Regina con gran presencia de ánimo y diplomacia recibió las condolencias de autoridades, amigos y conocidos, actuó con un notable sentido del protocolo. Alvear es trasladado a la Recoleta acompañado por el fervor del pueblo que retira el ataud de la cureña y lo traslada a pulso por las calles de Buenos Aires hacia su morada en la bóveda familiar, debajo de Torcuato y Elvira, sus padres. Superados los momentos difíciles,  Regina decide trasladarse a vivir a Don Torcuato en donde fija su residencia definitiva, no tenía sentido seguir viviendo en la Capital. Es en mayo que recibe un nuevo golpe, la noticia de la muerte de su hermana Constanza, ya no tenía nada que la ligara a su patria, estaba definitivamente sola.

Comienza una nueva etapa en su vida, Regina amaba La Elvira, su parque, sus rosas blancas y rojas, sus variados y hermosos árboles, pero los gastos eran muchos por ello vende parte de sus muebles y obras de arte, la subasta de las pertenencias que formaban parte de su historia fue dolorosa, el remate lo realizó la firma Húngaro & Barbará en diciembre de 1942. Con lo obtenido y asesorada por el administrador de Alvear, Tito Rapallo manda construir varios chalet en los seis terrenos que le quedaban sobre la calle Diego para alquilarlos. La gran fortuna había desaparecido, las hectáreas en La Pampa y Chacabuco, su mansión de París, las tierras de Don Torcuato, sólo le quedaba Villa Regina (hipotecada), La Elvira, los seis lotes edificados y algo de dinero.

Su vida transcurría en soledad, acompañada por algunos servidores y las visitas que ocasionalmente llegaban los fines de semana, como algunos parientes de Alvear,   monseñor De Andrea, Pascual Carcavallo a quien regaló el frac de Marcelo, su anillo de sello y el reloj de bolsillo, Guillermo DÁndrea Mohr secretario privado de Alvear, las actrices Luisa Vehil, Iris Marga y Eva Franco, la soprano Helena Arizmendi, las señoras Miuras (esposa del Ministro de Agricultura del Gobierno de Alvear) y Carcavallo, entre otros.

De estas visitas nace el pedido por parte de las actrices de contar con su ayuda en la Casa del Teatro, es así como Regina llevada por su chofer José Valverde, que había trabajado con Helvio Botana, hijo del fundador del diario Crítica, comienza a ir una vez por semana a colaborar con la obra por ella iniciada, un lugar de amor y recogimiento para todos los artistas que llegaban sin recursos económicos a su vejez. En el edificio le organizaron una oficina donde trabajaba y organizaba funciones de beneficencia, el lugar poseía un reclinatorio con la Virgen de Fátima, era allí entre sus libros y fotos más queridas donde recibía a artistas, autores y empresarios.

Es en 1943 que, con el propósito de rendir un homenaje a su marido, Regina decide construir la Iglesia San Marcelo en el predio ubicado sobre la Ruta 202 y María y es así como el 4 de octubre de 1943 se coloca la piedra fundamental del templo con la presencia de Monseñor de Andrea, asistido por el capellán militar Tte. Cnel Antonio Améndola de Tebaldi, autoridades, funcionarios del gobierno de Alvear, familiares, amigos y el pueblo de Don Torcuato todo acompañaron a Regina en esta ocasión.

La iglesia de estilo neo-colonial fue obra del arquitecto Martín Noel, gran amigo de Alvear quien trabajó ad honorem. Regina vendió valiosas joyas y recurrió en varias oportunidades a familiares y amigos con el propósito de solventar la obra, la que fue bendecida en el tercer aniversario de la muerte de Marcelo. Regina hizo poner en las campanas dos medallas de oro de la Presidencia.

Tiempo después Regina dona la Academia de Corte y Confección ubicada delante de la casa del Vicario, años más tarde transformada en el Colegio Parroquial San Marcelo.

Los días de Regina transcurrían  entre la Elvira, la Casa del Teatro sus periódicas visitas a la Recoleta en compañía de su chofer a llevarle flores a su esposo todos los 23 de cada mes, se sentaba en una silla blanca, que todavía se conserva en la bóveda, y los recuerdos seguramente no la abandonaban, siempre dejaba las rosas blancas y rojas que eran su pasión y que cultivaba ayudada por su jardinero José Sanchez, también trabajaban en la quinta Gabrielle Bucciano y Jeanne Pegné,  mucamo de comedor y gobernanta respectivamente (acompañaron a los Alvear  desde Francia), junto a ellos estaba Juanita, la cocinera, que había trabajado con los Alvear un tiempo cuando vivían en la Capital y años más tarde vuelve a hacerlo en Don Torcuato.

En marzo de 1945 fueron a vivir a una casa que les prestó Regina en el parque de la quinta, una sobrina de Marcelo, hija de Carlota Peralta Alvear de Gowland, Delia  y su esposo Francisco Bengolea, recién casados, permanecieron dos años lo que  dio lugar a una gran amistad entre las dos mujeres.

Regina participaba activamente en las actividades y festividades del pueblo, eran famosos sus encuentros con los alumnos como nos cuenta la historiadora Liliana Di Paolo (ver recuadro), cuentan además los vecinos que, para las comuniones regalaba el vestido a las niñas y el moño a los varones, como así también los hermosos presentes que recibían aquellos que se casaban y que muchos conservan como lo más preciado. Fue la madrina de bodas de su chofer José Ernesto Valverde y del bautismo de su primera hija Regina. Asistía asiduamente a misa y no faltaba nunca a la de los domingos.

En 1959 recibe la visita de Elena Faggionato, esposa del Presidente Arturo Frondizi. Cuentan los pobladores de Don Torcuato que  su primera visita programada no pudo concretarse porque las fuertes lluvias de la época hacían intransitable la calle María que llevaba a La Elvira, además “Es comentado por el vecindario, en forma desfavorable, el abandono en que se encuentran las calles de esta localidad, especialmente en lo que respecta a la Avenida María, a la que zanjas y baches ocasionados por las últimas lluvias hacen tan intransitable que ni aún los médicos pueden llegar al domicilio de sus pacientes, como ocurre en el caso de la señora Regina Pacini de Alvear. Tal estado de cosas, causado por la desidia municipal, ha llegado al Presidente de la Nación, quien dispuso que por intermedio de Vialidad Nacional se arreglara la citada arteria.” (4). El gobierno de Arturo Frondizi  decide otorgarle una pensión.

Es en 1959 cuando Regina tiene una recaida severa de su salud, logra recuperarse pero ya no fue la misma, su vida paulatinamente fue cambiando, ya no podía ir a visitar a  Marcelo, su ostracismo se hizo más evidente a medida que pasaba el tiempo, para ese entonces se hace cargo de Regina el Dr. Néstor Fernández Llanos, su apoderado, paulatinamente sus empleados fueron despedidos, sólo le quedaba de aquella época la gobernanta Jeanne Peignet, quien muere en 1961 y en su lugar es nombrada una enfermera.

En 1964 es visitada por el Vicepresidente Carlos Perette.

En 1965 recibe la visita del Presidente Dr. Arturo Umberto Illia junto a su esposa Silvia Elvira Martorell, es en ese año que por ley Nº 16.842 el Gobierno  declara Monumento Histórico Nacional a La Elvira. “La ley Nº 16.842 del 26/11/1965, fue derogada en 1966, por el Ministro Martínez, del presidente Gral. Onganía, que se hizo eco de “fuertes influencias” e “intereses creados” y no escuchó el clamor de la población torcuatense”. (5).

El 18 de septiembre de 1965, una fría madrugada de invierno en los albores de la primavera, a las 2.15 de la madrugada muere Regina a los noventa y cinco años de edad, vivió veintitrés años en Don Torcuato. Sus restos fueron trasladados a la Casa del Teatro, esa misma madrugada, donde fueron velados. “El pueblo quedó dolorosamente sorprendido, considerando con tristeza que se había ofendido la muy querida memoria de doña Regina, no permitiendo que sus restos mortales fuesen velados por lo menos unas horas, en la Iglesia de sus amores, deseo expresado por ella, tantas veces en vida” (Revista San Marcelo) (6)

Ovidio Lagos, cuenta que Regina había hecho testamento a favor de una orden religiosa de Belgrano, pero en sus últimos años revocó el testamento y dejó como único heredero a su abogado el Dr. Néstor Fernández Llanos, quien vendió La Elvira subastando sus objetos de valor, su esposa Helena Blaquier entregó en la Casa del Teatro sólo álbumes con fotografías, libros y viejos programas de teatro. Regina fue llevada a La Recoleta en donde su féretro permaneció en el suelo en el panteón de los Alvear durante dos años. Un día se la ubicó en el nicho contiguo a Marcelo.

1 – Dillon,Susana : “La Marquesa del Papa” – La mujer más rica de la Argentina del siglo XX – Pag 177  – Ediciones B Argentina. –  2009

2 – Dillon, Susana: Ibídem. Pag. 170.

3 – Gerardo Brá – Todo es Historia, Nº 406 – Mayo 2001 – Vidas que hicieron historia

4 – Roberto O. Romano – Los 50 años de Don Torcuato – Pag 108 – Bs. As. – 1981

5 – Roberto O. Romano: Ibídem. Pag. 134.

6– María Clara Galmarini de Astarloa: “Don Torcuato y San Marcelo, un Camino Juntos” Pag. 33 – Bs. As. – 1995.

Bibliografía consultada:

Sierra, Julio A. – Primeras Damas Argentinas – Editorial El Ateneo – Buenos Aires – 2002.

Cabrera, Ana María – Regina y Marcelo, un duetto de amor – Editorial Sudamericana – 2001.

Lagos, Ovidio – La Pasión de un Aristócrata – EMECÉ –  Buenos Aires -1993.

Loyúdice, Francisco – Alvear y la Gloriosa Década del Veinte – Corregidor – Buenos Aires – 1999.

Luna, Félix – Alvear – Hyspamérica – Buenos Aires – 1988.

Publicado en http://museo.8336.com.ar/wp/?p=14  página del Museo de Villa Regina Sitio web del museo Felipe Bonoli de nuestra ciudad.

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