domingo, 10 de junio de 2012

"Terminé la escuela y me regalaron la tijera de podar".

Libio del Tedesco nació en una chacra ubicada en la primera zona de la Colonia Regina. Sus tíos Juan y José del Tedesco llegaron a la región en 1924, cuando se iniciaba el poblamiento. Su padre arribó con el resto de la familia, en 1925. Libio aún sigue trabajando esas tierras.

La familia de Libio del Tedesco llegó a la Colonia Regina en 1924 desde Italia, exactamente desde la zona de Friuli (Venezia Giulia), actualmente provincia de Pordenone. El temor a un nuevo enfrentamiento armado y la pobreza que había dejado la Primera Guerra Mundial la empujó hacia América.
"Mis tíos Juan y José, que eran solteros, vinieron primero -cuenta Libio-. Estuvieron un tiempito en Córdoba y otro en Buenos Aires, hasta que alguien les habló del proyecto de colonización en el Valle y decidieron venir".
En Villa Regina no había entonces ni estación de trenes; sólo estaban la oficina de la Compañía Ítalo Argentina de Colonización (CIAC) y algunas casitas dispersas. Las primeras familias de inmigrantes bajaban en la estación de Huergo y se les otorgaba la tierra para desmontar, con sus canales de riego y la vivienda colónica. Juan y José del Tedesco empezaron a desmontar las 15 hectáreas y a preparar una casa para recibir al resto de la familia.

El padre de Libio, Luis, fue el encargado de coordinar la gran mudanza. Vendieron sus pertenencias en Italia y prepararon los baúles para el viaje. Embarcaron los padres de Luis, la esposa de éste, Antonietta Verardi, y las novias de Juan y José.
"Mi mamá había visto en el cine, en Italia, una filmación de la Colonia Regina. Era parte de la propaganda que se hacía del proyecto. Contaba que cuando vieron los ranchitos en el medio de la tierra y de la nada, mamá le preguntó a papá si la iba a llevar a ese lugar. Él, claro, le dijo que no era tal como se veía en la filmación, que él sabía que era mucho mejor y más avanzado. La cosa es que llegaron y era tal cual la película. Mi padre siempre contaba que, si hubieran tenido dinero suficiente, se habrían vuelto".
Habían llegado a Buenos Aires con 10 pesos en el bolsillo. En realidad con 50, pero los habían estafado en un vuelto y habían perdido los otros 40. Un paisano les prestó algo más para que llegaran al Alto Valle en tren. Y durante un largo tiempo no volvieron a ver dinero. Eso fue duro para el jefe de la familia, que entonces tenía 61 años. "Él siempre había trabajado como independiente y manejaba su dinero -relata su nieto Libio-. Aquí la CIAC nos dio la tierra, las semillas... el primer tiempo nos dio la comida, y hasta que empezamos a producir no vimos un peso. La casa que teníamos eran dos habitaciones con una cocina afuera". Las paredes eran de ladrillos sin revocar y contaban que veían, a través de los huequitos de los ladrillos, el monte. Ahí, en la primera zona, empezó la colonia; del otro lado estaba Godoy, pero ahí fue el núcleo originario, la primera tierra que tuvo riego.
Su familia y todas las que vinieron cuando nacía la colonia fueron las verdaderas pioneras. Con razón afirma Libio que cuando llegó la siguiente tanda de inmigrantes, después de la Segunda Guerra, la "América ya estaba hecha".
Nadie puede imaginar el sacrificio que hicieron los pioneros; algunos hasta dejaron la vida. El abuelo de Libio -cuenta la esposa de este último- murió de tristeza. Era grande cuando viajó, fue arrancado de su mundo y sufrió. Murió poquito tiempo después de llegar a la Colonia Regina. Él había trabajado en carpintería; cuando su hijo Luis había terminado el servicio militar ambos se habían ido a trabajar la madera a Francia, de modo que llegaron a esta zona sin una experiencia previa en agricultura.
Luis y Antonietta (le decían Antonia) migraron con 25 y 23 años respectivamente y en Argentina tuvieron 4 hijos: Anita, Libio y dos hermanitos menores que murieron muy pequeños, uno de meningitis y otro de tifus. "En ese tiempo -cuenta Libio- murió mucha gente de tifus; hay historias tristísimas en el grupo de los primeros pobladores... murieron matrimonios jóvenes de tifus en esos primeros años, y acá no tenían ni cementerio. Cuando murió mi abuelo lo tuvimos que enterrar en Huergo. Mi mamá estuvo una temporada muy enferma y la llevaron al Hospital Italiano, en Buenos Aires. Allá estuvo una temporada y en esa época murieron mis hermanos menores. Fue muy doloroso para ella volver y encontrarse con esa tragedia".
La madre de los hermanos Del Tedesco era muy sociable, sobrevivió muchos años a su marido y pese a que sufrió el desarraigo el hecho que estuvieran entre paisanos la ayudó. Ella iba a visitar a todos los vecinos. Murió a los 91 años; manejaba la casa y distribuía las tareas entre las nueras. Las mujeres de entonces trabajaban como locas, hacían de todo.
Al morir el mayor de la familia, sus hijos se dividieron la propiedad en dos. Luis trabajó con un hermano hasta 1945; después subdividieron la sociedad.
Inmediatamente después de llegar a la colonia se inició el desmonte. Casi todos los inmigrantes plantaron alfalfa y vid y tiempo después pasaron a la fruticultura. Todos los miembros de la familia Del Tedesco vivieron juntos en la chacra. Al igual que sus hermanos, Libio nació allí, en el mismo lugar donde pasó el resto de su vida. Hizo su primaria en la única escuela que Regina tenía entonces y cuando terminó, a los 13 años, su padre le obsequió su primera tijera de podar. "Salía con un empleado a podar -recuerda-; él me enseñó y pronto me convertí en un podador rápido. Me imagino que entonces empecé a ser chacarero. En ese tiempo era difícil seguir estudios. Para hacer la secundaria tenía que ir a Roca... era bueno en matemáticas, pero decidí no seguir estudiando y ya me aboqué a la chacra.
"Acá en la colonia se hablaban distintos dialectos. Iba a la escuela con otro chico friulano y cuando iba a su casa no los entendía. Sus padres me preguntaban por qué yo no hablaba ese dialecto... ocurría que mis abuelos y mis padres hablaban un dialecto que no era el friulano porque ellos eran de una zona de frontera y adoptaban el dialecto de sus vecinos. Nosotros lo hablábamos pero cuando llegamos a la escuela lo perdimos un poco. En realidad lo hablé mientras fui soltero... mi mujer, que no es italiana, hoy habla más italiano que yo.
"Nuestros primeros vecinos fueron Cimolai, Della Bruna, Tocet, Sarsa... acá las primeras 50 hectáreas eran propiedad de paisanos, éramos todos amigos. Antes nos juntábamos siempre, íbamos a jugar a las bochas a lo de Liberati, todos nos visitábamos. Hicimos muchas despedidas de soltero en lo de Tulio Perazzolli, todos de esta primera zona".
Libio conoció a Aurelia, que vivía en una chacra cercana, y desde hace 50 años están juntos. "Era amigo de su hermano y así me fui acercando. Ella y mis amigos me han acompañado a lo largo de toda la vida; con ellos nos vemos en la confitería, en el Club Atlético Regina".
Antonia, la madre de Libio, dejó a toda su familia en Italia; era una situación distinta de la de su marido, que se había mudado con todos. Mantuvo sus vínculos entre lágrimas silenciosas y largas cartas pero, a diferencia de sus suegros, pudo volver a su tierra. Luis y Antonia viajaron a Italia en tres oportunidades; la última vez (Luis ya tenía 75 años) celebraron sus bodas de oro en la misma Iglesia donde se habían casado.
Libio viajó por primera vez a Italia en 1989. "El apellido Del Tedesco, me contó un hombre italiano con el mismo apellido pero que no era pariente, nace de una historia de la guerra. Parece que una italiana se enamoró de un soldado alemán, la chica quedó embarazada y el soldado volvió a su país. Cuando fue a inscribir al chico le preguntaron el nombre del padre y ella dijo que era 'figlio del tedesco'" ( hijo del alemán).
Luis se hizo productor y adoptó esta nueva tierra. Le fascinaba la actividad. Montó su vivero, en el que hacía sus plantas, y asistía a cursos que daban en la estación experimental, "en los que no sólo aprendía sino que también opinaba. Aprendieron el oficio de la tierra y ésta los conquistó. Siempre recordaba la primera vez que fueron a la estación experimental de los ingleses. Salieron varios amigos en una Ford A... toda una aventura ir hasta Cinco Saltos. Querían ver qué estaban haciendo allá. Mi padre siempre fue curioso, inquieto y muy detallista, por eso hizo una chacra excelente. En 1926 plantaron los primeros perales. En 1940 ya cosechábamos William's".
La primera producción la comercializaron por medio de la Cooperativa Reginense, porque el tío de Libio era socio. También le vendieron la uva a Fedalto y a Vecchi. "Cuando nos dividimos la tierra le vendimos pera y manzana a Petrocelli y progresivamente empezamos a arrancar la uva para dar paso a la fruticultura. En Godoy tuve otra chacra para plantar tomate, pero ésa es otra historia; mi historia afectiva está con esta chacra, la primera. Mi papá murió en 1979; un año después inicié la reconversión: empecé poniendo espalderas y después iba cambiando de a poquitas filas. Desde entonces no dejo de reconvertir. Siempre me acuerdo de mi padre; ante cada cambio digo: 'Si lo viera mi papá...'.
"En el '73 tuvimos un buen año y empezamos a instalar el riego por aspersión y ¡terminé de ponerlo este año! Luego vendí a McDonald. Fue una experiencia muy interesante. Éramos un grupo de 40 productores. Aprendí muchísimo de Isidro, el ingeniero agrónomo que tenía la firma. Tuve la posibilidad, gracias a la empresa, de conocer las experiencias en fruticultura que estaban haciendo en Brasil. Cuando regresé de ese viaje les dije a mis amigos que había que estar atentos a la evolución de la fruticultura brasileña, porque estaban haciendo cosas muy interesantes".
Libio le vendió durante 18 años a McDonald y hace nueve que le vende a Expofrut. "Ahora me prohibieron andar en tractor, así que dirijo todo desde abajo. En algún momento -hay que ser realista- debería vender la chacra; creo que cuando el cuerpo no puede no hay que exigirle... veremos, todavía tengo cuerda para un rato más".

* Fuente de información: 
Entrevista de Susana Yappert publicada en Suplemento "El Rural" del Diario "Río Negro", sábado 12 de abril de 2008.

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