miércoles, 14 de mayo de 2014

HISTORIAS QUE UNEN: BANDIDOS EN LA REGION por Julio Manuel Narvaez.


BANDIDOS  EN  LA   REGION[1].


 


Julio Manuel Narvaez



Indice


Prologo.


Conviviendo con Vairoletto treinta días.


La banda de Vairoletto en la zona.


Asalto al boliche  EL MORO.


Asalto y asesinato en Gran. Enrique Godoy.


Asalto al Sr. Justo Fernandez Flores.


Asesinato de Narciso Vidal en Cervantes.


Testimonios.


Caballos.


Otro testimonios sobre la muerte de Vairoletto.


Conclusión.



Prólogo



Para introducirnos en el mundo del bandidaje debemos dar una idea de cómo era la época, la sociedad que dieron nacimiento a los personajes.


“En aquella época la gente pobre y la que no lo era estaba bastante desamparada de seguridad y no había otra defensa que inclinarse ante el más fuerte viniera de donde viniera”.

 


CRÓNICA DE PICHIMIRICO- CHINO AMIEVA



“La sociedad estaba asentada sobre desigualdades y la violencia donde jugaba un importante papel de irritación social, la policía, custodio de un orden injusto”.


(Beatriz García- Pablo Damián Fernández).


Los personajes: “ ¡Qué miedo que le teníamos a Vairoletto! Vivíamos aterrorizados pero era un hombre bueno”. Ante esta disparidad de criterio pregunto: ¿Si era bueno por qué temerle? “Se juntaba con la peor gente pues al haber sido marginado no le quedaba otra”.

                                           Veneranda López de Chiachiarini (90) años), Ing. Huergo.-

Tomo como propias las citas anteriores pues describen con claridad las causas del tema a tratar.


“CONVIVIENDO CON VAIROLETTO TREINTA DÍAS”



Hay un lapso en la historia de Juan B. Vairoletto cuando es buscado en los montes y parece que estos lo tragaron, no pueden hallarlo, casualmente puedo reconstruir esos días.

Llegué a Valle Azul en busca de una persona que según datos había convivido con Vairoletto.

A  la sombra de un árbol acompañado de dos cuzcos y con su caballo zaino malacara atado detrás se haya el señor Brígido Giménez, lo reconozco desde lejos, tardo en bajarme para sorprenderlo. Primero lo hace mi esposa y mientras éste saluda, me acerco y le recito:


                                “Por las costas del Salado

                                 en dirección a Puelén

                                 iba Vairoleto recién

                                 en un potrillo tostado.”

                                                                    ( José Aniceto Carrizo)


Al oírme pega un respingo y me reconoce, dándome la mano dice: “éste Narváez es medio aventurero y me va a comprometer.”(Después sabría el por qué de su desconfianza. Había tenido problemas con la policía).

Como la tarde era hermosa nos sentamos afuera, después de abordar distintos temas ya entrando en confianza relató episodios de su vida...

“No conocí a mis padres así que fui criado por mis padrinos Mercedes Urquiza  y su esposa Juana. Yo trabajaba para ellos en el Lote 21, Paraje El Odre de Telén Provincia de La Pampa, llevaba materiales para hacer un alambrado en un carro tirado por seis mulas, yo montaba la ladera izquierda pues esa era la forma de dirigirlo. Como se me habían acabado los víveres como así también las varillas decidí ir a las casas en su busca. El padrino me llama aparte y me pregunta si por donde yo ando no veo pasar gente. Le contesto que no. Bueno- me dice- en tal caso te hago la siguiente recomendación: te va a acompañar un hombre que tenés que tener oculto un tiempo y atender en lo que sea menester, sin hacer saber a nadie de su presencia. Tanta recomendación me picó un poco y cuando me dijo que mi huésped iba a ser Juan B. Vairoleto me dio  un miedo bárbaro. No pude dormir durante toda la noche, así que bien temprano até las mulas y acompañado de Vairoleto quien iba en el carro oculto en medio de las varillas y con su caballo ensillado atado a la culata del carro, emprendimos el camino en dirección al campamento. El miedo me acompañó todo lo que duró el viaje.

Al llegar al tajamar donde abrevaban las mulas y tenía mi real bajamos la comida y le digo a mi acompañante que se sienta como en su casa pues yo tengo que seguir  repartiendo los materiales.

Siento gran alivio al alejarme y al llegar la hora del almuerzo me quedo sólo en el monte pues es tal la fama que han hecho correr “del Bautista”que mañereo para volver.

Al regresar, al atardecer suelto las mulas y me acerco al fogón para matear Vairoleto me pregunta por qué no había ido a almorzar, le respondo con evasivas, se dio cuenta de mis temores.

Al correr los días y con la convivencia nos hicimos amigos y desapareció mi desconfianza. Al tercer día y de puro aburrido me dijo que quería acompañarme y ayudarme en el trabajo, lo que suponía un alivio en mi tarea, pero le digo que alguien podría verlo, a lo que me responde que iría escondido en el carro. Así fueron pasando los días y empezó a llamarme “socio”.

Un día mientras Juan limpiaba su winchester se le escapó un tiro que impactó en la damajuana forrada donde teníamos el agua para beber lo que nos ocasionó un buen susto. Entre los recuerdos que tengo de él era su gran apetito, que fumaba mucho y que llevaba el pañuelo anudado adelante y suelto atrás a lo gringo. Practicaba frecuentemente con el revólver disparando contra las vizcachas que había cerca del campamento preguntándome donde quería que le pegara.

Recibía la visita regular del patrón que le informaba como iba la búsqueda de su persona así que cuando ésta aflojó, alrededor de un mes después de su llegada al campamento, se fue. Volvía cada tanto a la casa de mi padrino que contaba con muchas habitaciones una de las cuales le servía de refugio. También solía frecuentar la casa de la familia Nieto.

Un día  Pablo Casalles, milico amigo de Urquiza, se jactaba de su guapeza, por lo que el patrón dijo: “te lo voy a largar al Vairoleto para probarte”. Como justamente éste se encontraba en una habitación descansando, me quedé de una pieza, pero el policía lo tomó a broma, no le creyó.

La última vez que vi a Vairoleto fue en 1934. La madre de mi padrino, Margarita Cuello, que vivía en Gral. Acha, estaba de visita y mientras yo tiraba agua a balde ella, armada con un palo, echaba a las vacas para que tomaran agua las ovejas, cuando veo aparecer un zaino muy bien tusado, bastante trasijado y con la marca del recado sudada, que se acerca a beber, me doy cuenta que  “el socio” anda cerca. La mujer quiso echarlo preguntando de quien era. Le dije que era de un vecino muy bueno y que lo dejara beber, lo hizo largamente, se vio que tenía mucha sed.

Colgué el gancho del balde, doña Margarita me preguntó si no iba a tirar más agua, tomando las boleadoras de cadena le contesté que primero voy a desparramar las vacas que están en el bajo y partí tras el zaino.

Al bajar una loma cercana ya estaba Vairoleto embozalándolo, me dijo que me había conocido de lejos pero que no se había acercado al ver que yo estaba acompañado. Le pregunté si necesitaba algo y me dijo que tabaco y carne. Tabaco tenía en la casa pero para comer sólo quedaban huesos, de puchero, malo para hacer en la punta de un palo. Fui a llevarle el tabaco y el papel y le dije que iba en busca de un capón que se lo dejaría en determinado lugar, que usara lo necesario y dejara el resto colgado pues yo a la tardecita lo iría a recoger. Carneé un borrego y echándolo a los tientos se lo llevé. No lo encontré pero al volver al atardecer vi que se había comido un costillar y paleta y se había llevado el otro dejando el resto colgado.

En ocasión de estar trabajando en lo de Rafael Otero, un día éste me dijo que no me necesitaba más. Como todavía había mucho trabajo que hacer me llamó la atención pero no pregunté nada. Antes de irme tuve que traer la tropilla que se había ido al Lote 25. Así que salí hice noche en el campo y al día siguiente encontré los caballos, uno de ellos de pelo tordillo llevaba la marca de un mandil colorado, se han llevado a cambio otro, pienso esto es obra de “mi socio”. Cuando llego con la tropilla me confía el patrón que había comprado a Vairoleto una tropa de unos quince vacunos. Pero como sospecha que los han seguido deben hacerlos desaparecer para lo cual llevamos los animales hasta un monte de Mata negra (atamisqui) donde son muertas a balazos todas las vacas marcadas dejando sólo los terneros orejanos. ¡Qué desperdicio de carne!

Mientras purgaba una condena en la cárcel de Santa Rosa, me entero por el capellán que Vairoleto había sido muerto en Mendoza. Sentí mucho su muerte pues al cabo de los años llegué a quererlo como a un amigo.”

Cuando mi relator me dijo que había estado en la cárcel se despertó mi curiosidad por conocer el motivo. Fue a causa de la muerte de dos indios de la tribu de Baigorrita en el año 1936 en Colonia “Emilio Mitre”. Pero ésta es otra historia igual de interesante.-.


LA BANDA DE VAIROLETTO EN LA ZONA



VAIROLETTO: el más famoso peonaba en la zona de Huergo, oficio que alternaba con la de resero. Buen tirador, buen jinete, es decir gaucho parejo. De carácter reposado, prefería no matar, pero no le daba asco jalar el gatillo.

VICTOR ELMES: según me contó Pedro Pérez ( Pedrito) lo conoció en la chacra de Palmero donde trabajaba de peón. Era muy magro y de poca estatura, morocho, también trabajó de carrero con Manuel Azcón, era muy afecto a matar y todas las muertes hechas en la zona por la banda se le atribuyen a él.

CUSTODIO VIDELA: era repartidor de carne del señor De Grossi. Joven alto y robusto; fanático del CLUB SPORTMAN HUERGO. Solía reunirse por las tardes en el hotel y bar Reguera donde convidaba a los jugadores a tomar un cajón de cerveza. Muy querido por la juventud.

¿Cómo se involucró en el delito?

Según lo que se cuenta, en una rifa realizada en Mainqué le tocó un auto usado. Un día que venía medio alegre tuvo una discusión con una persona a quien le propinó una trompada.

Tomó intervención la policía y fue enviado a Viedma donde pasó un tiempo en la cárcel. Fue maltratado por sus guardianes. De regreso guardó resentimiento a los milicos y pasó un mes en el Hotel Reguera pues era muy amigo del dueño a quien ayudaba en el bar.

Al principio los bandidos lo usaban para comprar víveres y municiones y despertar sospechas, “una vez metido en el baile no era fácil zafar”.

Así se fue involucrando en los distintos delitos, según obra en su prontuario hallado en Viedma y que registra lo siguiente: Procesos y arrestos:

Diciembre de 1928 – Por lesiones-Ing. Huergo.

Febrero de 1932- Asalto y robo en Gral. Roca (Colonia Rusa)

Febrero de 1932- Resistencia a la autoridad con armas- Villa Regina.

Marzo de 1932- Cómplice de homicidio-Gral.Roca.

Ordenes de captura:

---“O. Del día 1278 de fecha 22 de febrero de 1932, acusado de asalto, robo y lesiones a Bernardo Ukrainsky en “Colonia Rusa”, jurisdicción de Gral. Roca y atentado y resistencia a mano armada contra la autoridad en Villa Regina, entendió el Dr. R. Garriga”.

---“O. Del día 1281 de fecha 14 de Marzo de 1932, acusado de asalto, robo y lesiones en Allen en perjuicio de los vecinos Luis A. Grieco, Pascual A. Macri, Francisco Cudemo y Santiago García entendiendo el doctor R. Garriga.

---O del día 1284 de fecha 13 de Junio de 1932, por hallarse acusado de complicidad de homicidio del que fue víctima el meritorio Narciso Vidal, solicitada por la comisaría de Gral. Roca, entendiendo el Dr. R. Garriga.

Sumario por expediente policial Nº 448-F 24- año 1934 caratulado: “Elmes, Víctor s/ homicidio y Custodio Videla S/ encubrimiento que se relaciona con el hecho de que fuera víctima el escribiente Narcizo Vidal.

Exp. Nº 457 (Folio 25- año 1934) caratulado “Hernández, Juan Evangelista- Videla Custodio y Elmes Víctor s/ asalto, robo y lesiones.”

Sumario caratulado: “Hernández Juan Evangelista, Vairoleto, Juan Bautista, Elmes, Víctor, etc, Videla, Custodio y Leiva, José s/ robo exp. Nº 461 – año 1934.

Robo, asalto y lesiones en Allen año 1932, 8 de Febrero en Chacra 78.


ASALTO AL BOLICHE EL MORO ( Relato de Elena Rotter)


Junio de 1928, mi tía tenía 20 años y una beba de dos meses.

Una noche, el marido, que era el encargado de la proveduría de la cooperativa llegó a la casa y le dijo a su mujer: Ana por qué no me vas a buscar cigarrillos?.

Tenía que cruzar un baldío (unos 80 metros) hasta el boliche donde daban de comer, de beber y a la vez arreglaban armas. Muchas veces tiraban tiros para probarlas. Mi tía estaba terminando de acomodar a la nena a quien había bañado. Empezó a aullar un perro y ella se asustó. No quería salir.

-“No seas tonta Ana. Le vas a tener miedo a un perro?”.

Entonces ella se puso un chal abrigadito de lana y salió por la ventana.

Los integrantes de la banda de Bairoletto, que habían estado comiendo en el boliche justo en el momento en que mi tía llegaba provista de una linterna. Ellos empezaron a tirar y le dieron cinco tiros en el cuerpo.

Mi tío, cuando sintió más tiros de los habituales dijo: “Cuántos tiros y Ana afuera”.

Salió corriendo ya preocupado porque estaba acostumbrado a que tiraran algunos tiros pero no tantos. Ella entró por la puerta de adelante del boliche, y les dijo que había sido herida. Detrás entró el marido alcanzando a sostenerla en sus brazos en el momento en que sus fuerzas la abandonaban.

En esa época no había sanatorio, ni hospital, ni penicilina. Estuvo cinco días agonizando en su casa.

Mi mamá contaba que decía:

“Yo no quiero morirme, soy demasiado joven para eso. Me voy a morir. Yo no quiero morirme”.

Estaba bien lúcida preocupada preguntaba si habían matado a los dueños del negocio. Pero no, los bandidos se deben haber asustado al ver la linterna y no saber quien la portaba.

Mi tía fue sepultada ocupando una de las primeras tumbas del cementerio de Villa Regina. Colocaron su fotografía y al poco tiempo esta desapareció. En el suelo se vieron huellas de caballo. Los vecinos creyeron que eran los asesinos arrepentidos por haber cometido semejante equivocación.


                        ASALTO  Y ASESINATO EN GRAL. ENRIQUE GODOY


Corría el añ 1929, más  precisamente el 5 de Noviembre, el negocio de Daniel González, ubicado en Godoy o sea una sucursal en “La Japonesa” a unos 2.000 m. Más debajo de donde se halla ubicado el puente carretero, su nombre “La Sin Bombo”. Procedente de ese lugar, el señor Ismael González Rivas (35 años) arribó a Chelforó. Había hecho los 40 Km. En sulky; dejó el mismo en lo de Barrón y tomó el tren de pasajeros llegando al atardecer al “13”( nombre que se le daba a Godoy por estar en el Km. 1113).

Mientras comentaban las novedades del campo escucharon el pedido de auxilio de una mujer de edad que corría hacia el patio de los González. Se trataba de la señora Dolores Nohé de Carbó. ¿ Qué había ocurrido?

Vairoleto y su banda habían asaltado al Sr. Narciso Carbó y a su hijo a quienes ataron y amordazaron sin reparar en la presencia de la mujer.

El Sr. Daniel González tomó una escopeta calibre 16 y escondido detrás de la puerta apuntó el arma. Un tiro muy certero disparado por los asaltantes pegó en un ladrillo, rozó el pómulo y sien derecha marcándolo de por vida y salvando  ésta milagrosamente. El proyectil siguió su curso, impactó en una cubierta y pasó cerca de sus hijas Celerina y Gloria antes de caer sin fuerza. Al ver caer a su hermano, Ismael cerró la puerta y cuando quiso poner la tranca recibió un disparo en el pecho, cerca del corazón, otro en una pierna, pero el primero es mortal. Unos parroquianos recibieron en sus brazos a Daniel y llevaron a Ismael a la habitación de al lado.

La señora Aleudina Melania Rodríquez de González, quien en esos momentos atendía de parto a la señora de Isaac Garrido, oyó los disparos y corrió por la vereda, entró por la puerta del negocio, quiso prestar auxilios al herido pero este había fallecido.

Las criaturas que eran varias fueron puestas a resguardo debajo de la cama de matrimonio.

Los bandidos habían huido. Previo al asalto escondido junto con sus cabalgaduras debajo del tanque de agua del ferrocarril esperando que anocheciera. Según cuentan los vecinos, los agresores pasaron la noche en una cueva situada al norte de la población y que desde ese entonces se llama la cueva de Vairoleto.

Al día siguiente, en Ing. Huergo, Pedro Pérez Berciano fue en busca del diario que recibía por correo que estaba a cargo del Sr. Patriarca Manulli quien se encontraba en ese momento acompañado de un hombre corpulento. Al hacer las presentaciones del caso Pérez Berciano dijo: “Para servirle” a lo que el otro que era el Inspector de policía Juan B. Carrasco, tomando sus palabras al pie de la letra le contesta que una forma de servirlo era llevándolo en su vehículo hasta Godoy.

Aparecieron en un Chevrolet azul oscuro, seis cilindros, flamante propiedad de Pérez quien lo había recibido el día anterior por ferrocarril.

Hechas las averiguaciones del caso el Inspector saca la conclusión que los bandidos habían huido hacia La Japonesa pues Vairoleto tenía su refugio en La Pampa, así que pidió a Pérez Berciano que lo lleve hasta allí.

Mientras esto ocurría, en Huergo la familia, que no sabía nada de lo que pasaba con Don Pedro mandó a su hijo Pedrito de a caballo para ver lo que ocurría. Al saber cual era su destino creció la incertidumbre que recién desapareció cuando regresó a las dos de la mañana hambriento y cansado.

A la mañana siguiente, los familiares vieron las ralladuras que el monte había dejado en el flamante vehículo y esto sumado a la angustia que habían pasado “le querían comer el hígado”. Se habían extraviado en el trayecto más de una vez. Iban solos y Pérez sin arma.

En Godoy se organizó una partida de voluntarios con todo tipo de armas y cabalgaduras. Tuvieron suerte no los encontraron.-


                       ASALTO AL SEÑOR JUSTO FERNÁNDEZ FLORES


Cuando Justo Fernández Flores se casó puso una fonda en Ing. Huergo, frente a la estación donde luego estaría el Hotel España. Fue durante la crisis del 30’que se fundió y hubo de vender todas sus pertenencias, hasta la máquina de coser. Juntó unas chapas y con algo de mercadería se dirigió al Km.99 ( Otto Krause), allí no existía nada más que la parada del ferrocarril. En la parte norte de las vías armó su boliche de paredes de chorizo y techo de chapas. El agua se traía en latas de 18 litros desde el canal que distaba 500 m.

Sería el año 1932, el matrimonio y el único empleado del ferrocarril se encontraba cenando fuera bajo una enramada cuando fueron asaltados por tres hombres: Vairoleto, Víctor Elmes y José Leiva. La esposa, que en ese momento había ido a la cocina logró huir hacia las bardas hasta el rancho de un vecino.

Los hombres fueron maniatados a las sillas, les sacaron los zapatos y  les colocaron fósforos encendidos entre los dedos de los pies para obligarlos a decir donde tenían el dinero. El asalto duró más de dos  horas, robaron algo de dinero , que no era mucho, mercadería y se alzaron con las armas que en esos tiempos todo el mundo tenía; en este caso se llevaron una escopeta 16 y un revólver marca TANQUE cal. 500, algo más que el 38, de esto no cabe duda pues quedaron algunas balas, en la casa, correspondiente a dicha arma.

Justo Fernández (hijo), niño de cuatro años en ese momento, poseía una alcancía con algunas monedas, cuando se la quisieron sacar se largó a llorar y se opuso a ello con un palo de escoba. Los bandoleros deliberan, según cuentan Vairoleto les dijo a sus secuaces que se la dejen, él no recuerda si esto es verdad.-


                            (Estos datos me fueron suministrados por el señor Justo Fernández Lorenzo el 25 de Septiembre de 1999). 


ASESINATO DE NARCISO VIDAL EN CERVANTES (según relato de Juan Puig)


 En la localidad de Cervantes se encontraba el negocio de Agustín Martínez al anochecer aparece un paisano de a caballo y con otro de tiro, compra tabaco, yerba, azúcar y otros vicios. Paga y se va. Una persona que también estaba en el negocio le dijo a Martínez si conoció a quien había sido el comprador, como le dijo que no, le informó que se trataba de Víctor Elmes.

Al tomar conocimiento de estos hechos Narciso Vidal  a cargo del destacamento de Policía, montó a caballo y salió en persecución del sospechoso a pesar de las advertencias sobre la peligrosidad de ese individuo. Lo alcanzó pasado el zanjón Hoffmeyer, camino a Roca.

El policía le indicó que debía acompañarlo para averiguaciones, al principio se negó pero al ver la obstinación de Vidal aparentó resignación y emprendió el regreso. Al poco andar le echó el caballo encima a la vez que disparó a quemarropa derribándolo; el revólver y la gorra quedaron en el camino.

El agresor con un “relincho”, alarido a lo indio disparó unos tiros al aire y emprendió la fuga. Los tiros se escucharon desde la chacra de enfrente perteneciente a la familia Puig.

Vidal con gran esfuerzo montó a caballo y regresó mientras se desangraba. Son mil metros de doloroso andar; cuando es auxiliado contó su odisea. Como no hay médico en la localidad deciden llevarlo al hospital de Allen en coche Ford del Sr. Morales pero falleció en el camino.

Al día siguiente al hecho Juan Puig de doce años traía de la chacra de José María Rosa en Mainqué, los caballos para atar a los rastrones pues estaba emparejando la chacra frente a donde ocurrieron estos hechos.

 Al llegar es detenido por una decena de policías que le dicen deben levantar los rastros que pudieran orientar sobre el destino del agresor y que el paso de la caballada podría borrar. Por fin le permitieron el paso y al llegar a la casa del padre éste le muestra la gorra y el revólver que están sobre la mesa y que pertenecieron a Vidal, los encontraron en la calle junto a una gran mancha de sangre.

Hoy un monolito, a la vera de la Ruta 22 recuerda a Vidal, pero en honor a la verdad estos hechos ocurrieron unos 400 m más arriba de su ubicación.


                                                            TESTIMONIO


De Isidro Machado



Lote  6- Costa del Colorado- La Pampa

Sería la una de la tarde, al ladrido de los perros todos nos asomamos. Un hombre, montado en un caballo tostado y armado con un winchester por delante, revólver y cuchillo, nos saluda.

-“Se imaginan quién soy?. Soy Vairoleto pero no teman sólo busco de comer.”
Con la típica hospitalidad criolla ponen carne a calentar y una vez que hubo comido Vairoleto agradeció y dijo a su anfitrión: que como andaba muy mal montado tomaría un caballo de la primer tropillla que encontrara, pero que lo cuidaría y largaría tan pronto como pudiera para que volviera a la querencia.
Así es que a los pocos días, de la tropilla del tío Antonio B



[1] Ponencia presentada en las Primeras Jornadas de Historia del Delito en la Patagonia, organizadas por el GEHiSo y las Facultades de Humanidades y de Derecho y Ciencias Sociales (UNCo), General Roca, junio del 2000.
Foto: internet.

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