La finalidad de la creación
de la Colonia Regina fue la de asentar un núcleo poblacional de familias de
origen italiano.
La ejecución práctica de la
colonización hizo que el Ing. Felipe Bonoli propusiera en 1924, que al menos,
las primeras 1000
hectáreas se alternaran lotes para inmigrantes asentándose
en una zona de baja densidad poblacional.
Para llevar a cabo esta tarea
contrató como asistente a Emilio Bignami y se planificó la subdivisión de la misma en
tres zonas.
En sus inicios se podrían en
venta 121 lotes que eran la la I° zona, la más cercana al ferrocarril, en
fracciones de 5, 10 y 15
hectáreas , superficie similar al cultivo intensivo en
Italia Central.
La Colonia empezó con un solo
colono: el friulano Juan Mion.
Este comenzó a hacerse un
rancho de paja, amasada con barro, ya todavía no se contaba ningún ladrillo, ni
ningún otro material para la construcción.
Tanto es así que los
ladrillos para hacer la casa de Ing. Felipe Bonoli fueron traídos desde el Km. 1120
(hoy Ingeniero Huergo).
La familia Mion tiene su
origen en Fanna, provincia de Pordenone, ubicada en la región de Friuli-Venezia
Giulia (Friûl-Vignesie Julie en friulano), noreste de Italia.
Vinieron a nuestra Argentina
para realizar labores orfebrería en las obras de la Estación de Retiro y en la
Catedral de La Plata (el mayor templo neogótico de América del Sur).
Más tarde Juan Mion se
traslada a la localidad de la Colina (provincia de Buenos Aires).
Por 1920 Mion viajó al norte
de la región de la Patagonia Argentina. Eran los tiempos de la organización de
la C.I.A.C.
En comienzos de la Compañía Ítalo
Argentina de Colonización se resuelve ocupar personas para desarrollar sus
actividades. El primer chofer fue Leandro Mion. El primer obrero y peón general
de la C.I.A.C fue Gregorio Rucavilla.
Para construir las primeras
casas arribaron a estas tierras desérticas de la Colonia: Héctor Grifoni que
tenía a cargo la construcción de las casas de bloques, Vicente Muner, Carlos
Ragazzini.
Hay referencias de residentes
previos (“protoreginenses” según la investigación del Prof. Carlos Shulmaister)
que habitaba en los terrenos que pertenecían a la sucesión del Dr. Manuel
Marcos Zorrilla que era un viejito de nacionalidad chilena de apellido Inostroza,
que vivía en un rancho hecho con pichanas, juncos o carrizos recubiertos de
barro y revocados a mano y subsistía con unos cien animales. Tenía una mujer
conviviendo con él en ese rancho. Ese terreno fue adquirido inmediatamente por
don Emilio Bignami a poco de arribar a la colonia.
Hay otras referencias de
residentes previos a la fundación (protoreginenses) que se le asignan
nacionalidad chilena que brindaron mano de obra para las tareas de desmonte y
nivelación de los terrenos.
La población de origen
argentino era mínima.
HISTORIA ORAL. LOS
PROTOREGINENSES por Carlos Schulmaister.
I
El Sr. José Luis Moschini da
testimonios sobre el poblamiento (si es que se puede utilizar el término en
tales circunstancias) inmediatamente anterior a la llegada de la CIAC (Compañía
Ítalo Argentina de Colonización). Por lo tanto, no se refiere al asentamiento
primitivo (tehuelches septentrionales o, más tarde, a los mapuches) que
recorrían el norte de la Patagonia en tiempos pasados.
Según Moschini, antes de la
llegada de la CIAC solamente existía un morador de apellido Inostroza, quien
era chivero y tenía aproximadamente cien animales al momento de tomar
conocimiento de su existencia; es decir, allá por 1925, cuando él y su familia
llegaron a la colonia.
El hombre tenía un rancho muy
pobre, hecho con pichanas, juncos o carrizos recubiertos de barro y revocados a
mano, es decir, sin fratacho, y por lo tanto con un revestimiento muy
irregular, muy desparejo. Estaba ubicado unos pocos metros hacia la derecha de
la actual propiedad del Dr. Pedro Guerra (mirando desde el Salado). Ese terreno
fue adquirido inmediatamente por don Emilio Bignami a poco de arribar a la colonia,
en 1925, lo cual, junto con la clausura del brazo del río dará origen al primer
traslado de Inostroza.
La ubicación de ese Inostroza
debió haber obedecido seguramente a su proximidad al Salado, del cual lo
separaban por entonces 20 ó 30
metros , pues así solucionaría la necesidad permanente de
agua dulce para sus animales que aquel le ofrecía por medio de las crecientes
periódicas del río Negro, mientras todavía seguía siendo un brazo de éste
último, lo cual cambió a partir de 1925 cuando se clausuró este brazo frente a
la isla de la Herradura e Inostroza debió buscar agua dulce para su rebaño en
otro lugar, lo que explica su mudanza a la isla San Alberto en 1926.
Junto al rancho se hallaba el
corral, de forma circular, de unos 20
m de diámetro y con un manto de guano que alcanzaba los
2 mts. de alto aproximadamente, resultado de no limpiarlo nunca porque él había
ido formando pisos en el mismo corral en lugar de hacer otro al lado como es lo
más frecuente. Inostroza había ido formando sucesivas capas en el mismo corral
en vez de extenderse hacia un costado o ir removiendo el piso. Por eso, a
medida que subía el nivel del piso debía construir otra enramada más arriba y
así sucesivamente. Y sobre esa “montaña” de guano estaban las cerca de cien
chivas.
“Yo calculo que ese corral
debía tener , qué se yo, este… ¡Más de diez años!
La mención de 10 años aquí no es asertiva sino
tentativa. Pretende sugerir muchos años y dice una cantidad casi tomada al
azar. Suponemos que se queda corto con esa cifra. No tanto por la altura del
manto de guano, que puede ser resultado de la presencia de muchas chivas, sino
por la precedente referencia a la evocación que le ha escuchado a Inostroza de
la creciente de 1899 en Chichinales. Con lo cual, Moschini lo reputa como el
más antiguo morador del espacio que hoy llamamos Villa Regina.
Moschini recuerda que
Inostroza tenía una mujer conviviendo con él en ese rancho. Sobre la existencia
o no de hijos no afirma ni lo uno ni lo otro pues no recuerda haber visto
ninguno pero cree que debe haber tenido hijos.
No sabe cuál era su
nacionalidad pero cree que era chileno. Para ello se basa en la frecuencia del
apellido Inostroza en pobladores patagónicos de origen chileno. Dato que
compartimos como real aun en la actualidad.
Recuerda haber conversado con
él, asado de por medio –organizado por la CIAC en el Dopo Lavoro, allá por
1926- y haber escuchado de su boca que se acordaba de cuando la actual zona de
Chichinales era punta de riel, o sea allá por 1999.
En aquel entonces Inostroza
tendría (siempre según Moschini) tal vez unos 70 años de edad y era “de físico muy arruinado,
fruto de una dieta carnívora y sin ninguna clase de vegetales”.
“Era alto y delgado. Le
faltaba un ojo que ocultaba con anteojos oscuros de vidrio verde y a una de las
lentes le faltaba un trozo de vidrio” (sic).
Era de tez morocha y no tenía
rasgos aindiados.
Inostroza se tuvo que ir de
ese lugar hacia 1925 y su nueva ubicación fue en la isla San Alberto pensando
que allí iba a estar tranquilo, opina Moschini, e iba a tener agua dulce. Cabe
recordar que el Salado tuvo agua dulce en tanto estuvo unido al río Negro y
siempre que el nivel de éste aumentaba y por lo tanto corría por el Salado.
Pero cuando el río no desbordaba, su caudal se mantenía por filtración y el
agua quedaba relativamente estancada –apenas sí se veía el movimiento sobre las
lomas de pedregullo que de tanto en tanto interrumpían parcialmente su cauce-,
merced a lo cual su sabor era salobre porque esa agua era salinizada al estar
detenida debido a que el suelo era muy salitroso.
Por lo tanto, en su nuevo
emplazamiento este chivero no tendría más problemas con la salinidad del agua.
Pero esa tranquilidad no le habría durado mucho tiempo ya que en 1926 se
instaló en la isla San Alberto el vivero de la CIAC, dirigido por José Borsani,
anteriormente instalado frente a las vías del Ferrocarril, en la manzana
comprendida entre las calles Rivadavia, 11 de Septiembre, Julio A. Roca e
Inmigrantes), la manzana de los clubes. Y según Moschini, Inostroza también
debió alejarse bien pronto de la isla a pedido de José Borsani.
Mientras Inostroza estuvo en
la isla San Alberto con su mujer, nuestro informante recuerda que ésta solía ir
con frecuencia a la chacra de su padre, don Luis Moschini, de a caballo,
montada de lado, para comprar maíz en cantidades que oscilaban entre 10 y 15
kgs para destinarlos probablemente a la alimentación de gallinas. Pero a partir
del alejamiento de la isla, José Luis Moschini, de doce años de edad, nunca más
volvió a ver a la mujer en la chacra de su padre ni en ningún otro lugar.
Moschini dice haber
conversado con Inostroza en un asado organizado por la CIAC en el Dopo Lavoro,
por lo tanto desde fines de 1926 en adelante, ocasión en la cual había evocado
un tiempo “cuando Chichinales era punta de riel” –la expresión es de don
Evaristo-. Es decir, al momento en que el tendido de las vías del Ferrocarril
del Sud se interrumpió a causa de la creciente del río Negro en 1899.
Independientemente de si esa
expresión es homologable a lo sucedido en la Línea Sur con el tendido del ramal
a Bariloche, es un buen argumento que abonaría la antigüedad de Inostroza en la
zona. Y de ser cierta su presencia en Chichinales en 1899, sea que estuviera
instalado allí en esa época o que se hubiera trasladado hacia allí por causa de
la creciente ya que en la zona del kilómetro 1106 (futura colonia Regina) el
agua había llegado hasta las vías, es de suponer que con posterioridad regresó
o se instaló por vez primera en el lugar en que lo hallamos en 1924, frente al
Salado. Pero cuán posteriormente pudo haberlo hecho no lo sabemos.
II
En varias ocasiones,
conversando con viejos pobladores de Villa Regina, llegados a partir de la
colonización, he escuchado el nombre de Felipe Esquiza como uno de los
protoreginenses. ¿Quién era Felipe Esquiza?[1]
Según José Luis Moschini, se
trata de un chivero que moraba en la costa del río Negro, aproximadamente en lo
que actualmente es la V Zona, en un rancho situado a unos 1000 m . de la orilla del río
(zona costera igualmente, y más aun en aquellos años)[2]. Esta proximidad al
río era la causa de la existencia de pastos tiernos y frescos, lo que no
ocurría en la I Zona, y ello permitía que Esquiza criara también ovejas en ese
lugar. Esta última posibilidad también pudo haberla tenido Inostroza cuando se
instaló en la isla San Alberto, pero dudamos de que en tan escaso tiempo que
permaneció en ese emplazamiento esta suposición tuviera visos de realización.
Moschini conoció a Esquiza
aproximadamente en 1927, por casualidad, ya que habiendo salido de caza con su
padre cierto día pasaron por allí y fueron invitados a pasar al rancho y
participar del asado que allí estaban comiendo.
Tendría por entonces unos 40
años de edad, calcula Moschini. Pese al probable origen vasco del apellido
Esquiza, Moschini ignora si lo era efectivamente o si era argentino, como
ignora también si estaba en ese lugar antes de 1924, lo cual le parece
altamente probable, es decir, que cree que Esquiza es un protoreginense pero no
con tanta antigüedad de radicación como Inostroza, a quien considera el hombre
más antiguo establecido en lo que hoy es Villa Regina.
Finalmente, Moschini recuerda
que en esa ocasión no vio ninguna mujer en el rancho pero sí que había otro
hombre- nada supo ni se sabe de él. ¿Un hermano de Esquiza, quizá?, se pregunta
Moschini.
III
Prosiguiendo con el intento
de sistematizar la copiosa información brindada por nuestro informante nos
hallamos frente a otro dato interesante:
Aproximadamente en el mismo
meridiano que atravesaba el emplazamiento de Esquiza, pero hacia el sur y del
otro lado del río –en la zona costera de la margen derecha del mismo- moraban
dos hermanos dedicados a la cría de chivas: Eusebio y Juan Ferreira,
seguramente muy antiguos en el lugar, según cree Moschini.
Dichos hermanos solían cruzar
los animales, vivos o carneados, en un pequeño bote de remo, desde donde ellos
estaban –zona baja sin barranca- hasta la margen izquierda del río ya que los
vendían en la colonia Regina. Este intercambio tuvo un ritmo sostenido durante
los primeros años de la colonia, a partir de 1924, aunque ignoramos la magnitud
del mismo. Moschini aclara que vacas se criaban solamente del otro lado del río
Negro, precisamente por los hermanos Eusebio y José Ferreyra.
IV
También para los años
inmediatos a la llegada de la familia Moschini a la colonia, nuestro informante
menciona la existencia de un chivero con pocos animales asentado en el monte de
la IV Zona, al cual no conoció y sobre quien muy pronto no se supo más nada.
Nada informa sobre el nombre de esta persona ni sobre su localización precisa
ni tampoco sobre conocimiento o presunción de antigüedad en el lugar.
V
La última información sobre
chiveros que nos proporciona José Luis Moschini se refiere a dos españoles (uno
apellidado Chávez y el otro Martín) que eran socios y se dedicaban a criar
chivas en un lugar llamado Cinco Álamos, situado en el monte contra el río pero
a la altura del actual emplazamiento de Chichinales.
Esta pista, si bien es
extrareginense, se vincula a posteriori con nuestra ciudad.
“Estos españoles dejaron
pronto esa actividad y compraron una chacrita de 5 has a la CIAC, ubicada
aproximadamente donde hoy está la sodería Fiordelli. Esto fue por 1925 ó 1926,
pero estuvieron poco tiempo más dedicados a la chacra y finalmente se fueron de
la Colonia”.
Esta fecha no es recordada con tanta precisión
como los hechos narrados, por parte de Moschini. En todo caso él aporta sus
recuerdos con la intención de que nos hagamos a la idea de que había muchos
hombres dedicados a la cría de animales en pequeña escala, en suelo de monte, y
que, a medida que se iba desmontando y cultivando, estos hombres comenzaban un
desplazamiento hacia zonas más alejadas de la colonia Regina.
VI
Nos quedan dudas acerca del
chivero desconocido mencionado por Moschini en la IV Zona. En la última
entrevista sostenida con Moschini nos contó que allá por 1950 conoció a un
hombre llamado Pablo Pérez,
“… directamente un paisano,
pero él decía que era santiagueño y que hacía 60 años que estaba en el valle, y
me dijo: “Yo hace sesenta años que estoy en el valle. Antes estaba en Santiago
del Estero. De allá me vine para el sur, acá”.
Y le contó además que acá
había tenido chivas y ovejas en la IV Zona, pero cuando se empezó a colonizar
por allí, a partir de 1928, se fue a la V Zona, aun sin desmontar.
Se trataría este Pablo Pérez
de aquel chivero desconocido por Moschini cuando era un niño y que estaba en la
IV Zona. Tal vez sí…
También nos quedan dudas
acerca de la correcta ubicación del asentamiento de Esquiza: ¿en la IV Zona
según Moschini o en la isla de la Herradura según Mión? Si lo correcto es lo
primero no estaríamos en presencia de un protoreginense; si en cambio es lo segundo
sería importante saber qué lugar ocupó primero y cuál posteriormente, ya que si
primero estuvo en en la isla de la herradura , para ser protoreginense tiene
que haber estado allí a la llegada de la CIAC en 1924, de donde pudo haberse
trasladado luego a la V Zona. En cambio si el itinerario fue al revés, no sería
un protoreginense.
VII
De toda la información
brindada por Moschini, ¿cuánto ha podido ser corroborado por algún otro
informante?
Existe conocimiento por parte
de otros informantes acerca de quien Moschini llama Inostroza. Según Oscar
Mión[3], este personaje se llamaba sin lugar a dudas Evaristo Cortés y era un
indio pampeano de más de 100 años de edad hacia 1924. Recordemos que Moschini
le asigna para entonces unos 70 años.
Mión ratifica que su morada y
el corral estaba en el sitio en que Moschini sitúa a Inostroza.
María Rosa Bignami también
ratifica que según su conocimiento se llamaba “don Evaristo” a secas, allá por
1925, antes de su mudanza a la isla San Alberto.
También otros colonos lo han
recordado ante nuestro interrogatorio como “don Evaristo”, por ej. el Sr.
Francisco Viero.
El Sr. Mión puso de relieve
la aparente contradicción entre los rasgos que Moschini le asigna a su
Inostroza, más bien propios de gaucho o indio o mestizo (en consecuencia
probablemente de tez cobriza agregamos nosotros) con el presunto hecho de
llamarse Inostroza pues este apellido es común entre los chilenos y los rasgos
descriptos por Moschini no corresponden, en líneas generales, a éstos.
Con respecto a la mujer que
Moschini dice haber visto en el rancho de Inostroza (o de Cortés) y
posteriormente cuando iba a la chacra de sus padres a comprar maíz, María Rosa
Bignami, que ha llegado a la colonia en octubre de 1925 con su madre doña
Gianina Cassani, contando apenas con 4 años de edad, la recuerda como “petisa y
gorda” y con el rostro desfigurado pues en cierta ocasión –mucho antes de la
colonización- en circunstancias en que se hallaba comiendo carne asada al
estilo gaucho hizo un mal movimiento y su filoso cuchillo se desvió y le
cercenó la nariz dejándole expuestas dos horribles fosas nasales que
impresionaban vivamente a las personas, por caso a su madre, que había quedado
hondamente afectada cuando la vio por primera vez.
Consultado Oscar Mión
respecto a esta cuestión dice lo siguiente:
“Don Evaristo era un hombre
solo, no tenía mujer ni hijos. Allí vivía un matrimonio joven, proveniente de
Chichinales. Él era un tal Peña y ella se llamaba Adelina o algo así. Es falso
que esa mujer hubiera tenido tal percance en la nariz. En realidad se trataba
de otra mujer, muy ñata, con las fosas nasales expuestas, eso sí, y con un feo
rostro como resultado de eso, pero que lo tenía naturalmente de nacimiento y
era amiga de ese matrimonio. Pero no vivió allí. Todo el relato sobre el
mencionado accidente es sólo una deformación de la verdad”.
Por su parte, Moschini no vio
ni escuchó acerca de la existencia de un matrimonio viviendo allí, junto a
Inostroza su mujer. Considera que el rancho era muy chico y de un solo
ambiente, de modo que no podía alojar a tantas personas. Por otra parte, no
recuerda nada particular en el rostro de la mujer de Inostroza. Y respecto a
éste no le asigna rasgos aindiados como lo hace Mión. No obstante, ambos informantes
coinciden en que tenía la tez oscura.
La cuestión referida a la
falta de un ojo y de anteojos oscuros no es recordada por María Rosa Bignami y
es negada categóricamente por Oscar Mión: “no usaba anteojos ni le faltaba un
ojo…”
Mario Mión (hermano de Oscar
Mión) cuenta que lo conoció a don Evaristo pero no recuerda haber tenido ningún
trato con él . Difiere de su hermano en cuanto al nombre, pues para él se trata
de “el viejo Lorenzo”, pero ignora si se trata de un nombre o de un apellido.
Respecto a la probable nacionalidad de don Evaristo (para él “Lorenzo”, cree
que pudo haber sido español pero no menciona ninguna razón para tal
presunción..
María Rosa Bignami no
recuerda haber escuchado el apellido Inostroza (según Moschini) ni el
hipotético apellido Lorenzo (según Mario Mión). En el poco tiempo que don
Evaristo vivió allí, a escasos 20 metros de la casa de don Emilio, su padre,
María Rosa jugaba en el corral y conversaba con él todos los días. Recuerda que
don Evaristo le traía huevos de avestruz a su madre “para hacer la pasta” (la
masa para los fideos). Cada huevo equivalía a 10 ó 12 huevos de gallina y se
utilizaban tanto la yema como la clara. “Al principio los usó con cierto temor,
pero eran muy buenos”, añade.
Estimamos que ese
desconocimiento de los apellidos antes mencionados puede deberse más bien a su
corta edad, en la que no es común retener en la memoria apellidos sino nombres
de pila, y no a un interés por desmentir otras versiones.
En tren de suponer un origen
racial o una nacionalidad para don Evaristo, ella no cree que fuera de origen
español. Más bien piensa en lo que sería el tipo del paisano argentino, esa
raza criolla en extinción propia de las pampas que hoy se encuentra en los
parajes más desolados y lejanos dedicada a la ganadería en pequeña escala o a
otras tareas como por ejemplo los talabarteros y los ladrilleros.
Creemos que esa suposición,
que también abonamos, se halla perfectamente representada en la descripción que
hace Moschini, con un estilo muy expresivo, de estos hombres dedicados a la
cría de chivas, ovejas o vacas, en un medio hostil, pobre, sin recursos,
durante años y años, de modo que más allá de los riesgos eventuales de su
memoria (que era magnífica) le resulta imposible adjudicarle o suponerle un
origen determinado:
“… es como que se petrifica,
se convierte como en una piedra… una cosa que… así, rústico, ve? Nunca se lava!
Si se lavaba ahí la única agua que tenía era el agua del salado allí, ¡que era
salada que no se podía tomar!”
“… nacidos y criados entre la piedra, entre la
jarilla… yo los hallo como animales, así…, a la intemperie! Se tragaban todas
las arenas con esos vientos secanos… Todos, todos vivían así! Como una cosa
que… usted se quiere ver cómo es y entonces agarra y se lava… Se lava bien,
entonces recién ve lo que es y si no se lava no sabe nunca lo que es. Se
vuelven como tierra esa gente y tienen un cutis rústico! Ahora, si empieza a
lavarse bien, con jabón –que el jabón ellos no lo conocían- al último, al último
vienen blanquitos. Como yo mire acá… esto en mi brazo está así por el sol, está
negro, y sin embargo acá más arriba yo soy blanco. Y esto es así por la
intemperie! Y… vivían siempre en el secano…! No tenían un pozo para sacar agua!
Nada! Han tomado en las lagunas, en los cañadones. Eran como los avestruces,
tomaban agua cuando encontraban y ahí nomás comía chivo, chivo y chivo! Ni una
verdura, nada, nada, nada…! Entonces se convierte en rústica esa gente, así,
curtida…!”
Este largo parlamento, dicho de un tirón y con
firme convicción, con la pasión de un artista de la observación como era José
Luis Moschini, nos parece tan exacto que quisimos presentarlo en toda su
extensión pues retrata con vivos colores no sólo a los hombres de campo de
aquellos tiempos sino también a los que hoy sobreviven como relictos del pasado
en tantas llanuras y mesetas, allí donde el tiempo pareciera que no fluye como
el agua de un río sino que se parece al agua estancada de una laguna.
Por eso no creemos que se
trate de un indio pampeano, como dice Oscar Mión, sino un criollo o un mestizo
cuyo apellido debe remontarse a probablemente a siglos anteriores.
Oscar Mion nos da otra
versión del nuevo emplazamiento de nuestro personaje:
“Después de su alejamiento de
la propiedad de Emilio Bignami, don Evaristo se fue a vivir a un ranchito que
la CIAC le levantó en lo que después fue la chacra de Jaime Picotti pero que en
ese momento no era todavía de la CIAC. Allí se llevó sus chivas y lo acompañó
el matrimonio que estaba con él.”
Nuestro informante continúa diciéndonos que
don Evaristo murió muy pronto; tal vez de tristeza, opina. Entonces lo
envolvieron en su poncho y lo llevaron a un cañadón que había detrás de donde
estuvo más tarde la bodega de Picotti y allí lo enterraron. Al poco tiempo, ese
matrimonio que lo había acompañado en el final de su vida se llevó las chivas a
Chichinales y el rancho después fue quemado tal vez para evitar que se
instalara allí algún vagabundo.
VII
¿Cuál de todas las versiones
es la correcta? Nos quedan algunas dudas:
La mujer que Moschini
identifica como la mujer de Inostroza y que iba a la chacra paterna a comprar
maíz cuando ya aquel estaba instalado en la isla San Alberto, y que para él no
tenía el rostro desfigurado, sería realmente la mujer de don Evaristo que
recuerda María Rosa Bignami? ¿O sería otra mujer?
Si es cierto que
Inostroza/don Evaristo era un hombre solo como dice Oscar Mión, la versión de
un matrimonio conviviendo con él se torna verosímil.
¿Será correcta la versión
acerca de la instalación de don Evaristo en la isla San Alberto? Las opciones son
éstas: que efectivamente se haya instalado allí por muy breve tiempo y después
haya pasado al rancho detrás de la posterior bodega de Jaime Picotti, o bien
que haya llegado a este último destino sin haberse instalado antes en la isla
San Alberto. Ésta última es la categórica afirmación de Oscar Mión.
Nosotros nos inclinamos por
el testimonio de Oscar Mión puesto que los vínculos de su padre y su hermano
Leandro con la CIAC y sus funcionarios eran muy estrechos por razones laborales
y de amistad, especialmente con el Ing. Felipe Bonoli, y por lo tanto sus
testimonios son más verosímiles. Por otra parte, las posibilidades de certeza o
de duda atribuibles a la edad de nuestros informantes en esos tiempos quedan
neutralizadas en tanto Oscar Mión y José Luis Moschini tenían la misma edad ya
que han nacido en 1914.
Particularmente, creemos que
la referencia al “viejo Lorenzo”, por parte de Mario Mión, es errónea.
VIII
Mario Mión aporta el dato de
un chivero de apellido Carrasco, situado entre el salado y las vías del
ferrocarril, más o menos por donde estaba la chacra de Anatole Massaccesi. Esto
ocurría allá por 1923 y 1924. Este dato es confirmado por el Sr. Pedro
Vitulich. En 1924, con motivo de la presencia de la CIAC en estas tierras,
Carrasco se vio obligado a irse. En el rancho de barro que dejó se instaló
provisoriamente la administración de la CIAC y allí funcionaba también una
fonda para los peones de las cuadrillas de la compañía. Era el único lugar con
techo en cierto momento mientras se construían los dos grandes galpones de
chapa a orillas del Salado (cerca de la futura residencia del Ing. Bonoli) y se
levantaban carpas por todas partes.
Nada se sabe sobre los pasos
siguientes de Carrasco ni nuestras búsquedas tropiezan posteriormente con ese
apellido.
Mario Mión también menciona a
los hermanos Eusebio y Juan Ferreyra como dueños de hacienda instalados al otro
lado del río. Y de este lado, es decir, entre el río y la meseta, registra a
Felipe Esquiza, de los Santos, Domínguez y Lavayén. En realidad los tres
apellidos últimos son indiscutiblemente de caracterizadas familias de
Chichinales.
El lugar aproximado donde
habría estado Esquiza, según Moschini, era en la actual zona de Otto Krausse,
en tierras que pertenecían o pertenecieron al Dr. Avelino Gutiérrez. Pero
nosotros dudamos de que la distancia al río mencionada por Moschini sea
correcta.
Para Oscar Mión, que recuerda
a Esquiza sin dificultades, éste estaba instalado en la isla de la Herradura y
no nos da más elementos de juicio.
RESUMIENDO:
Protoreginenses fueron
Evaristo Cortés, como creemos que debe ser llamado salvo prueba en contrario
(probablemente el de mayor antigüedad en suelo luego reginense, y el chivero
Carrasco. Éstos lo fueron con alta probabilidad. Posiblemente también Pablo Pérez.
Y con ciertas dudas, Felipe Esquiza.
Con certeza no fueron
protoreginenses los hermanos Eusebio y Juan Ferreyra, ni los españoles Sánchez
y Martín, ni Lavayén, ni de los Santos, ni Domínguez.
También hemos escuchado otros
nombres pero sin certeza por parte de nuestros informantes sobre las fechas
involucradas en cada caso. Particularmente, el apellido Muñoz, uno de cuyos
descendientes es el patriarca de una conocida familia de Gral. Enrique Godoy.
No ha habido asentamientos
indígenas relativamente cercanos entre la barda de la meseta por el norte y la
orilla izquierda del río Negro. Los restos de utillaje lítico sobre la meseta
norte, cerca de Villa Regina, no corresponden a talleres pues no existen allí
rocas de suficiente dureza en las inmediaciones, siendo restos abandonados en
los recorridos que habitantes indígenas presumiblemente tehuelches pueden haber
efectuado en tiempos lejanos si bien no hay pruebas de que los tehuelches del
norte cruzaran el río Negro a la altura de nuestra ciudad.
En consecuencia, los
protoreginenses son los pobladores más antiguos de nuestro suelo prereginense y
también los primeros pobladores de nuestro suelo reginense, entendiendo por tal
el tiempo que nace con la aventura de la colonización debida al Ing. Felipe
Bonoli y a la CIAC.
¿Por qué nunca se los
considera ni se los tiene en cuenta? Si ellos continuaron viviendo en este
suelo simultáneamente con los primeros colonos.
¿Porque nunca se piensa como
primeros pobladores a los cientos de hombres criollos o chilenos que desde 1924
vivieron en este suelo y trabajaron para la grandeza futura de la ciudad con
sus oficios y profesiones en la zona urbana y también como mano de obra barata
de los chacareros hasta el día de hoy?
Es hora de que la historia se
encare buscando los protagonismos sociales del pasado con justicia y con
igualdad, abandonando los clichés propios de los dilettantes.
--------------------------------------------------------------------------------
[1] Para Moschini, Inostroza
estaba instalado allí frente al Salado desde muchos años antes de la
colonización. Para ello se basa en que el corral, de forma circular y de unos 20 m . de diámetro, tenía un
manto de guano de 2 m
de alto, resultado de no limpiarse nunca y de que a medida que subía el nivel
de piso le hacía otra enramada más arriba y luego otra y otra. Con lo cual
Moschini aduce que la altura del guano implica muchos años de depositación en
el mismo lugar.
En cuanto a la expresión
“punta de riel” es relativa: a diferencia de lo que ocurrió con el avance del
Ferrocarril por la llamada “Línea Sur”, el tramo Bahía Blanca – Confluencia se
hizo en 3 años (1896-1899). En este último año llegó a Chichinales y al
finalizar ya estaba en la Confluencia. Si la gran inundación de ese año hizo
detener el avance precisamente en Chichinales no lo sabemos –cosa que sí
ocurrió más adelante- pero en todo caso ha sido por muy poco tiempo.
[2] Moschini ha precisado el
lugar donde moraba Esquiza diciendo que era en lo que hoy es Otto Krause, y
también ha dicho que esas tierras pertenecieron luego al Sr. Avelino Gutiérrez.
Creemos que puede haber algún error, no muy signifcativo, por cierto, en torno
a la distancia a la orilla del río, que debió haberse triplicado por lo menos
si la referencia anterior fuera correcta.
[3] Hijo de Leandro Mión, que
moraba en General Enrique Godoy y que a la llegada del Ing. Felipe Bonoli se
trasladó a las tierras que bien pronto se llamarían colonia Regina Pacini de
Alvear.
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