Tierras reginenses para el vino.
La viticultura se introduce en Villa Regina, como una
prolongación del desarrollo de la viticultura general del Alto Valle, que se
extendió desde General Roca hacia Guerrico, primero y en una segunda fase hacia
Villa Regina.
En estas tierras empezó a desarrollarse alrededor del año
1925, ya que el impulso más grande lo dieron los primeros colonos italianos.
Existen, en Villa Regina, unas veinte (20) bodegas con una
capacidad vinaria total de 149.394 hectolitros.
En un principio, la viticultura reginense estuvo orientada
hacia una viticultura de calidad (vinos finos). Pero luego, debido a
influencias de otras zonas y por falta de orientación en la propagación de vid
(nos encontramos con infinidad de variedades en esta zona ya que no se
seleccionaron las variedades que se fueron adoptando), esta viticultura se fue
distorsionando.
Por eso se hace imprescindible y necesario, un ordenamiento
vitícola con características nacionales y particulares regionales, de
adecuación de la oferta a las exigencias de los mercados nacional e
internacional.
Es necesario también la diversificación de la producción
vitícola, tanto a nivel agrícola como industrial, como medio para lograr el
desarrollo armónico del sector.
La tipicidad regional, con la finalidad de que la uva y sus
derivados exterioricen las particularidades de origen, y la integración
vertical de las distintas etapas del proceso vitivinícola, especialmente para
el pequeño y mediano productor, son tan importantes como la promoción de una
estructura vitivinícola exportadora que permita mantener y expandir los
mercados actuales y facilitar la conquista de los potenciales.
También es imprescindible lograr la implementación
progresiva del envasamiento en origen de los productos vitivinícolas.
La provincia, por intermedio de un convenio con el INV, está
orientando a la viticultura hacia vinos finos. Ya se ha iniciado la obtención
de estacas, siendo un hecho la creación de una bodega regional, tipo estatal.
Experiencias exitosas con resultados fabulosos de variedades
bien definidas (Merlot y Malbeck para las uvas tintas y Semillón y Torrontés
para las blancas) se convierten en otra de las pautas que permiten afirmar el
brillante porvenir de la viticultura regional de lograrse el ordenamiento que
necesitan estas tierras de tan excelentes condiciones para una buena
viticultura.
Pacífico Kamada Enólogo.
Las tierras reginenses se abren a los brazos verdes que
nacen de la tierra. Y la uva florece entre hojas revueltas de las vides. Y los
brazos de las mujeres cosecheras van cosechando los cántaros tintos y blancos,
para desbordarlos, después al final de la tarde, en otros cántaros más amplios y
voraces. Y el hombre seguirá procesando el canto de las vides. Y nacerá el
vino.
Vino de estas tierras reginenses.
Vino que nace en los toneles y en las piletas hechas con
sacrificio y trabajo por los primeros colonos y por los otros que fueron
llegando, afincándose, floreciendo con sus propias vides, cantando el mismo
vino que ellos creaban.
Vino de la amistad y de la alegría. Vino del trabajo y del
sol.
Vino de Pedro Iogna, de Surar, de La Cerdeña, de José
Milohanich, de la viuda de Fedalto, de Zovich, de Honorio Bertoli, de La
Reginense, de Salvador angelone, de José Per, de Jaime Picotti, de Justo
Fernández Flores, de Dante Gigante, de Dalmat, de Juan Zudich Milano, de Pirri
Siracusa Tormena, Juan Bavaresco, de Vecchi, de las bodegas de Arizu, de Luis
Dante Zorzetto. Vino de las tierras de Villa Regina. Vino de la vida…
Se transcribe lo publicado en suplemento 50º años de Villa
Regina del Diario “Río Negro”, miércoles 6 de noviembre de 1974.
No hay comentarios:
Publicar un comentario