viernes, 22 de noviembre de 2024

100 AÑOS DE VILLA REGINA 1924 - 2024. ANTONIO SGRÓ, UNO DE LOS FUNDADORES PIONEROS DE LA COLONIA VILLA REGINA. Tercera parte: Sus años en Villa Regina.

 


100 AÑOS DE VILLA REGINA 1924 - 2024.
ANTONIO SGRÓ, UNO DE LOS PIONEROS FUNDADORES DE LA COLONIA VILLA REGINA.
Tercera parte: Sus años en Villa Regina.
“Salí de casa (Italia) el 11/9/21; embarqué en el Duca Degli Abruzzi en Génova el 15/9/21; llegué a Bs As el 7/10/21; partí de Buenos Aires el 8/10/21; llegué a Contralmirante Cordero 11/10/21 y comencé a trabajar el 13/10/21”. Así está escrito en su idioma natal en la primera hoja de su cuaderno. Ese primer día trabajó nueve horas.
En la travesía del Atlántico se quedó sin tabaco. Don Antonio fumaba en pipa y pensó que ese tabaco no lo iba conseguir más, entonces fue a popa y se dijo: “no fumo nunca más” y revoleó su pipa al mar. Nosotros nunca lo vimos fumar.
En cordero trabajo hasta el año 1923 (iba a Regina continuamente, llegaba a Ingeniero Huergo donde ya tenía unos conocidos y de allí a caballo hasta Regina).
Se afincó definitivamente en el 1923, aunque siguió haciendo suplencias programadas en Cordero hasta 1926.
Hay muchas situaciones de hechos para contar, pero hay una de lo que se habla poco, no se cuenta, a los colonos les pintaron un paraíso… ellos lo convirtieron en un paraíso, y les facilitaron todo lo que necesitaban para afincarse. Lo que no sabían los colonos es que las tierras obtenidas se las iban a quitar. Era una práctica habitual y lo sigue siendo actualmente, entregarles tierras en posesión, endeudarlos y luego quitarles las tierras mejoradas. En Regina no pudieron. Cuando comenzaron con los remates, en lo que es hoy la quinta zona, se presentaron un grupo de colonos de la primera zona su mayoría, donde estaba también Don Antonio. No se veían las armas, pero todos estaban armados. Don Antonio se subió a la tarima y le dijo al rematador “aquí no se remata nada”. Tomaban esa actitud porque sabían que allí empezaban, pero después también seguirían con ellos, porque todos estaban en la misma situación. Al mismo tiempo se produjo un incendio que destruyó los archivos de la empresa llamada “Ítalo – Argentina”, que estaba en lo que fue después la Escuela 58…qué casualidad. La policía no actuó (después enviaron oficiales de Buenos Aires). En el remate no hubo ninguna revuelta, pero todo quedó suspendido. Para recuperar el archivo se tardó varios años, pero los colonos salvaron la tierra prometida. Las deudas en que los habían sumido recién las terminaron de pagar alrededor del año 1950. Lo que no se sabe es que la mayoría de los que detuvieron el remate eran socialistas. Esos mismos fueron echados de “La Reginense”, cuando denunciaron irregularidades en la Cooperativa, años 1953, 1954 aproximadamente.
Contra viento y marea siguieron adelante. En todo el valle, donde pudieran crecer, había manzanas silvestres originarias desde antes de los españoles. El valle era conocido como el país de las manzanas. Todavía hay algunas en Junín de los Andes adentro, hacia la Cordillera, (no había Red Delicius), ese es el pie franco injertado que utilizaron. Las viñas las trajeron, por lo menos Don Antonio y algunos más, de la zona del dique Contralmirante Cordero. Las estacas de vid las trajeron en tren. Como no había estación en lo que hoy es Villa Regina, lo convencieron al maquinista que, en la curva grande antes de llegar al cementerio, donde el tren carguero pasaba despacio, pasara un poco más despacio para poder tirar los atados y bajar. Allí había otro grupo que los esperaba con jardineras, “le dimos una ayudita al maquinista, no quería aceptarla, ya estaba conforme con poder ayudarnos y entonces le dejamos el dinero en un mameluco que había colgado”.
Había muy pocos colonos que vinieron solos a Argentina, Don Antonio fue uno de ellos. Después de años formó familia con Ceferina Gayardo.
En la Tomacó (la de la chimenea alta), mi padre en tiempo de cosecha entregaba 6 mil kilos de tomates por día, en tres viajes que hacía con una jardinera. Se levantaba a las 5 de la mañana porque tenía que llegar temprano. En la fábrica había dos líneas de máquinas: una donde trabajaban las obreras de origen italiano, nosotros les llamamos “gringas” y otra donde trabajaban las obreras nativas. Un día Don Antonio vio un grupo de mujeres que estaban escondidas, todas gringas, la capataza, apodada “la rusa” (yo la conocí) estaba con ellas. Ceferina venía caminando sola y Don Antonio le avisó que la estaban esperando para atacarla. Él seguramente ya conocía la rivalidad que había entre las mujeres de los dos grupos. Ceferina venía temprano y sola… ¿no será que ya le gustaba el gringo? Como sea, allí empezó todo. En 1932 ya vivían juntos y en el 35 nació mi hermano mayor, Mingo.
Así fue transcurriendo su vida. En 1930 ya tenía las piletas para hacer el vino que se vendía por la zona sur, ruta 3 y aledaños, hasta Comodoro Rivadavia. Lo llevaba en bordalesas su hermano Domingo Sgró, alguna vez supo viajar, acompañándolo en esas travesías, mi hermano mayor. De a poco fue abandonando este proyecto y se dedicó de lleno a la Cooperativa La Reginense, era cooperativista de alma. Ayudaba a todo el mundo. Lo escuche decir muchas veces “si vos te ayudas, yo te ayudo”, como los dos burritos de la Reginense, para que funcione los dos deben tirar para el mismo lado. Y así ayudó a mucha gente.
Pasaron los años, nació Zara 1940, cuatro años después, en 1944, nació Remo, y en 1949 nací yo, Mario.
Hay muchas historias que yo escuché que tienen a mi padre como personaje central, y otras contadas risueñas, como el relato que me hacía de sus caminatas por el chacra temprano a la mañana (le gustaba mucho caminar). Siempre le preguntaba, porque me gustaba como contaba, por donde había pasado, que había visto… nunca era el mismo trayecto, pero al final invariablemente pasaba por un cuadro de peras y él me decía “las plantas me ven pasar, yo las miro y parece que me dicen Buenos días Don Antonio!!”. Ese final de relato era siempre el mismo, espectacular.
El día lunes 17 de abril de 1978, salió después de almorzar, caminó hasta la Reginense, la recorrió de punta a punta y de regreso a las 17 hs, pasó por el estudio de un abogado, estaba realizando un trámite de inmigración para una familia. Hasta allí llegó la última caminata de Don Antonio Sgró, ……mi viejo.
Autor: Mario Sgró.
Tapa y primera página del cuaderno donde detalló desde la salida de su casa en Italia hasta el primer año de trabajo en el dique Contraalmirante Cordero.

Don Antonio, a la derecha, con un conocido de su padre que llegó a Regina para visitarlo y con intenciones de llevarlo de regreso a Estados Unidos.

Reunión de los primeros colonos establecidos en Colonia Regina. Enero de 1925.


Certificado de trabajo emitido por el Ministerio de Obras Públicas en 1926, por sus años de trabajo en el dique Contralmirante Cordero.

Declaración jurada en la Secretaría de Industria y Comercio con el plano de distribución de viñedos y frutales de su chacra.

Mi tía Carolina a la izquierda, mi tío Eugenio y mi madre, Ceferina Gayardo.

Doña Ceferina Gayardo Namuncura, mi madre.

Ceferina Gayardo, ya viviendo en la chacra. Se ven al fondo las plantas de peras y es invierno.

Antonio, Ceferina y mi hermano mayor Mingo, de tres años. 5 de Marzo de 1938.

Año 1948. Memoria y Balance de la Cooperativa La Reginense, con el listado de socios.

Cédula de Identidad de Don Antonio Sgró. Año 1952.

Don Antonio, con sombrero, de visita junto a su pequeño hijo Mingo, en una chacra cerca de la familia Paun.

Don Antonio cortando el pasto en la chacra vecina, que había adquirido. Está justo en el fondo, donde el lote terminaba en un triángulo. El potrillo que se ve en la foto se llamaba Napoli.

De pie, en el extremo derecho de la foto, en el Club Trentino. 12 de junio de 1957.

Liquidación de fruta. Cosecha 1955.

Una vez al año se hacía la Asamblea General de la Cooperativa La Reginense y se entregaban acciones a los socios.


Después de la Asamblea General, en esta ocasión se realizó un asado para todos los relacionados con la Cooperativa.

Tranquera y entrada a la chacra.

Una de las últimas fotos de Don Antonio. 1 de Abril de 1977. Toda una vida, con todas sus pasiones, vivió como quiso y no se rindió nunca. Tuvo hijos, nietos y ahora también bisnietos...

Imágenes gentileza: Mario Sgró.

Gentileza: Marío Sgró.

Don Antonio Sgró, nació en Chorio di San Lorenzo, Reggio Calabria, al sur de Italia, el 24 de julio 1894. 

Cuando tenía 16 años viajó con su padre a Estados Unidos (1910), fueron contratados para trabajar en una mina de carbón al aire libre. En 1912 regresa a Italia y se incorpora al servicio militar. 

Cuando ya le tocaba la baja del ejército se declaró la primera guerra mundial (1914), por lo que tuvo que quedarse en el ejército. 

Estuvo prisionero en Austria y después del fin de la guerra quedó allí como reten un año y medio, tenía casi 26 años. 

En 1921 lo contrataron, junto con su padre Pascual Sgró y su hermano Domingo para una obra en Cinco Saltos, Río Negro, Argentina, para la construcción del dique Contralmirante Cordero. 

Allí, Antonio se enteró del desarrollo de la compañía Ítalo Argentina en lo que sería la colonia Regina Pacini de Alvear. 

Llegó primero a la localidad de Ingeniero Huergo y después, en sulki, hasta lo que es hoy Villa Regina. 

Lo atrapó el lugar y decidió no regresar a Italia. 

Desde ese momento en sus días libres venía hasta Regina y colaboraba en los trabajos preliminares en la demarcación de calles, chacras y lotes. 

La Compañía le adjudicó el lote N°2, de 10 Hectáreas, dentro de la chacra 103, zona 1. 

Ya asentado en la colonia, fue fundador del Dopo Laboro (hoy Círculo Italiano) y de la Cooperativa La Reginense. 

Para ese momento ya había construido en su lote dos piletas de hormigón para vino con volumen 22 metros cúbicos.

La última foto de Don Antonio Sgró en abril de 1977 cuando se quería publicar se insertaba en el final.
Se hizo un cuadro de imágenes.

Otras publicaciónes.
Parte primera.
Parte Segunda.

Antonio Sgró uno de los primeros pobladores de la Colonia Regina y con este homenaje de la familia
Sgró se brinda reconocimiento a los primeros pobladores y los que contribuyeron y contribuyen a diario en esta Regina Centenaria.

*** Para otras publicaciones hacer click en etiquetas: Mario Sgró Antonio Sgró.
Publicado también en Villa Regina - Fotos Antiguas Fotos del Recuerdo / Facebook.

¡Gracias Mario!

lunes, 18 de noviembre de 2024

¿Quién no fué a la Farmacia Del Valle de Alfredo Agnoletti?

Farmacia Del Valle: el querido farmacéutico de Regina nos cuenta su historia.

¿Quién no fué a la farmacia de Alfredo Agnoletti? Prepárense un café o mate y disfruten de esta historia ilustrada con fotos, llena de trabajo, esfuerzo y amor.

En esta serie de entrevistas por el centenario de nuestra ciudad, donde conocemos las historias de quienes dejaron una huella imborrable en nuestra comunidad, los invito a emocionarnos, recordar y reír. 

Alfredo y Pablo Agnoletti.

Alfredo Agnoletti, uno de los farmacéuticos más queridos y respetados de la ciudad, y su hijo Pablo, visitaron los estudios de LCR Diario Digital para compartir su historia. Un relato que abarca no solo los 52 años de trabajo en la farmacia Del Valle que Alfredo fundó en 1964, sino también los recuerdos de una vida dedicada a la comunidad reginense, marcada por la dedicación y el compromiso familiar.

Aquí comenzó todo.

Alfredo Agnoletti nació en 1938 en una familia italiana que, en busca de mejores oportunidades, emigró a Argentina en 1924. Primero se asentaron en Mendoza, donde vivieron durante seis años. Luego, la familia se trasladó a Villa Regina, un lugar que los acogería para siempre. Fueron atraídos por el programa de la compañía Italo Argentina, donde se les otorgó tierras, herramientas, caballos y casa, como ayuda a los inmigrantes italianos a asentarse en el país.

(En esta nota se incluyen imágenes de un álbum de fotos con descripciones realizadas por una de las hijas de Alfredo).

Los primeros años de Alfredo fueron marcados por un entorno rural y de trabajo, pero su sed de conocimiento lo llevó a ser uno de los primeros reginenses en embarcarse en estudios secundarios fuera de la ciudad.

Pero no todo era color de rosas, sus padres al comienzo no aceptaron por completo que él continuara con los estudios ya que necesitaban su ayuda en la chacra. Luego de recibir el apoyo de sus siete hermanos, logró hacerlo.

En ese entonces, Villa Regina no contaba con escuela secundaria, por lo que Alfredo se trasladó a Bahía Blanca, donde estudió en el Colegio Don Bosco como pupilo, donde no disfrutó de esta modalidad. Tras un año, decidió mudarse a una pensión y continuar sus estudios de manera regular, alejándose de la vida de internado. Durante esos años en Bahía Blanca, entabló amistades que perduraron, algunos de ellos son Castro, Verola, Grossi y Pancani.

El camino. 

Una vez finalizada la secundaria en el Colegio Domingo Savio de General Roca, Alfredo decidió seguir su pasión por la ciencia y la salud, y se embarcó en la carrera de Farmacia. Se trasladó a La Plata, una ciudad que se convertiría en su hogar durante los próximos años, donde se formó en la Universidad Nacional de La Plata. Allí, además de Farmacia, estudió la carrera de Óptica, logrando una doble titulación que lo convertiría en un profesional integral en el ámbito de la salud ya que en ese entonces las carreras eran complementarias.

Durante su paso por la universidad, Alfredo no solo se dedicó a estudiar, sino que también trabajó, realizando prácticas en la farmacia de Garciarena, en Viedma. Fue allí donde, como muchos estudiantes, adquirió experiencia de campo, enfrentándose a las realidades del día a día de la profesión. No obstante, su alma inquieta y su visión de futuro lo llevaron a tomar decisiones valientes. Mientras nos encontramos, de manera previa a la entrevista, en la casa de Alfredo y María Rosa (esposa), ella comentó una frase que marca la esencia de una farmacia: “La gente no va a la farmacia como va a comprar un par de zapatos, porque a la zapatería vamos felices, en cambio, a comprar un remedio vamos tristes y enfermos, en búsqueda de la ayuda del farmacéutico”, Alfredo siempre tuvo presente estas palabras que se reflejaron en su trato cercano y humano con los clientes.

Farmacia Del Valle, un ícono reginense.

Con su título en mano, Alfredo regresó a Villa Regina, decidido a poner en práctica todo lo aprendido. En 1964, abrió las puertas de su propia farmacia en la ciudad, un emprendimiento que nació con grandes desafíos pero también con una profunda vocación de servicio. En aquellos primeros días, la farmacia no contaba casi con productos cosméticos ni perfumería, “Mirar el sector de perfumería era ver acetona (se utiliza para quitar el esmalte de uñas) solamente, porque era costoso y en los comienzos no es prioridad ese tipo de artículos” comentó Alfredo con una sonrisa al recordar las estanterías de su querido negocio.

“Con el correr de los años nos dimos cuenta de que la gente confiaba en nosotros. Por los mismos clientes nos enteramos que los médicos nos recomendaban a los pacientes diciéndoles ‘Anda a la farmacia de Agnoletti, si no lo tiene él, no lo encontrás en otro lado’. Eso es algo que recuerdo con cariño”, recuerda Alfredo con una sonrisa nostálgica. Su farmacia pronto se distinguió por su calidad, no solo por los productos que ofrecía, sino también por el compromiso de su dueño con la comunidad.

Un pilar para la comunidad.

Las farmacias hace 50 años ofrecían productos que un jóven de hoy miraría confundido. El farmacéutico era el encargado de hacer preparaciones personalizadas, como cremas, medicamentos y vaselinas para los pacientes, con la receta escrita por un médico. 

“Uno de los mayores logros de nuestra farmacia fue haber creado una relación de confianza con los pacientes. La gente venía porque sabían que íbamos a dar lo mejor de nosotros. En esos tiempos, no podíamos pedir un medicamento y esperar que llegara al día siguiente, así que siempre tratamos de tener todo lo que la gente podía necesitar”, recuerda con un brillo en los ojos.

Durante su tiempo al frente de la farmacia, Alfredo no solo trabajó en la salud, sino también en el desarrollo de la ciudad. Se asoció con otros profesionales como Martoglio y Calderón para abrir otras farmacias, y por más de 25 años, esta sociedad creció hasta llegar a tener seis farmacias en la región.

Además de ser farmacéutico, Alfredo fue un hombre de campo. Después de su jornada en la farmacia, se dirigía a la chacra para continuar con el trabajo que le permitía desconectar y estar en contacto con la tierra. Era común verlo trasladándose entre la ciudad y la chacra, con la misma pasión con la que atendía a sus pacientes. “El trabajo en el campo me enseñó muchas cosas, me dio la oportunidad de estar en contacto con la naturaleza, pero también de entender que todo en la vida requiere esfuerzo y paciencia”, dice Alfredo, mientras recuerda aquellos días.

La farmacia cerró pero el recuerdo sigue intacto.

Farmacia Del Valle cerró en 2017, después de 52 años de servicio a la comunidad. Sin embargo, su legado sigue vivo en los recuerdos de aquellos que lo conocieron y hoy recuerdan con cariño aquellos días. 

Alfredo, hoy con 86 años, mira hacia atrás con orgullo, pero también con humildad. “Nunca imaginé que mi farmacia fuera a durar tanto, pero lo que realmente me enorgullece es haber sido parte de la vida de tantas personas. Hoy, lo más importante para mí es saber que, de alguna forma, dejé algo bueno en Villa Regina”, dice con una sonrisa que refleja años de trabajo y gratitud hacia su comunidad.

Hoy, Alfredo es también abuelo de siete nietos: Agustín, Lucía, Luciana, Matías, Juana, Emilia y Felipe, quienes, como él mismo cuenta con orgullo, siguen creciendo en un entorno lleno de afecto y valores. "Mis nietos son mi alegría, es un legado que continúa, y me llena de orgullo ver cómo crecen y forjan su propio camino", añade, destacando el vínculo cercano con cada uno de ellos.

En el marco de los 100 años de Villa Regina, Alfredo Agnoletti y su familia son un símbolo de cómo el esfuerzo, la dedicación y el amor por la comunidad pueden trascender generaciones. Su historia no es sólo la de un farmacéutico, sino la de un hombre que dejó una huella indeleble en el corazón de los reginenses.

Alfredo y su madre.

Algunos de los hermanos.


Alfredo y su esposa.



María Rosa, esposa de Alfredo, quien colaboraba en la farmacia.



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Mirar en Youtube.
Por: Celeste Cerezuela.

Domingo 17 de noviembre del 2024.

*** LA COMUNA DE VILLA REGINA.

https://www.lcr.com.ar/noticias/2024/11/17/26391-farmacia-del-valle-el-querido-farmaceutico-de-regina-nos-cuenta-su-historia

Otras fotos:

En sus comienzos de Farmacia DEL VALLE.
Al lado estuvo un negocio de agroquímicos.