Información: Daniel Damen.
Información: Daniel Damen.
HISTORIA DE UN REGINENSE.
Esta es una historia de inmigración italiana véneta en la ciudad de Villa Regina en Río Negro, Elisa Grigoletto y Angelo Fedalto. Gracias a la trasmisión de la historia por parte de su descendiente Olga Fedalto es que podemos descubrir este gran relato.
Elisabetta Grigoletto nació en la ciudad de Treviso en la región del véneto en el norte italiano. De la misma manera en esta ciudad de Treviso nació Angelo Fedalto. Sus profesiones y sus máximas habilidades se basaban en la agricultura. Angelo y Elisabetta se casaron en Italia. Elisabetta a los 21 años y Angelo a los 27 años.
Ambos tomaron la decisión de emigrar de Italia para llegar a la Argentina embarcando en el barco “Duca Degli ABruzzi” en el puerto de Genova.
Tras el arribo de la familia Fedalto-Grigoletto, “mi nonna Elisa Grigoletto al puerto de Buenos Aires, toda la familia se trasladó a Córdoba, específicamente a Leone donde nació uno de sus hijos, Mario, que sería el primer heredero argentino. Ella, con su esposo, cuñadas y cuñados se vinieron al valle de Río Negro en tren y descendieron en la localidad de Ingeniero Luis A. Huergo; desde allí, caminaron hasta Villa Regina, con sus escasas pertenencias. Una parte de la familia Fedalto, se instaló en Córdoba, otra parte se fue a Mar del Plata, otra a Tandil, otra a Curitiba en Brasil. Elisa relataba que sus inicios fueron muy difíciles: que la primera noche, durmió junto a sus hijos sobre una gavilla de pasto que le debieron comprar a la familia que ya estaba instalada desde hacía muy poco y era la familia Fiordelli”.
“A pocos años de estar radicada en esa chacra: 103, Lote 7, en el año 1931, quedó viuda de Angelo Fedalto a raíz de una enfermedad muy contagiosa que circulaba mucho en esa época. Quedó viuda con 6 hijos, 4 varones y 2 mujeres y el más chico, no alcanzó a tener 2 años. Ellos fueron: Dino, Atilio, Mario, Emilio, Rosina y Mariana Fedalto Grigoletto”.
“Tuvo que hacerle frente a todo, pero ya, sin “sus hombres” y con los hijos muy chiquitos. Hizo un sin número de actividades para “seguir la vida” e ir hacia delante: trabajaba día y noche sin parar, descansaba muy poco; hacía servicio de lavado y planchado de ropa para gente de buen recurso económico. Preparaba el almuerzo para 15 comensales que trabajaban en un galpón de frutas de manzanas que estaba en una chacra muy cercana a la suya. Al mismo tiempo, hacia trabajos de huertas y criaba animales doméstico como gallinas, patos, cerdos y vacas”.
“La nonna contaba que los fuertes vientos eran muy común en la zona, que, al ser tan desértico, volaba mucha tierra y tapaba todo. Fueron pioneros en realizar acequias y canales de riego en las chacras. El viento, durante las noches se encargaba de tapar con la tierra, todo el trabajo realizado durante el día, pero eso no la cansaba: se volvían a hacer”
“Con el dinero que iba recaudando, se preparaba la tierra, que era virgen y fueron los inicios de las primeras piletas de vino, porque también hacían el vino en casa. Las piletas se fueron multiplicando hasta lograr obtener todas las herramientas necesarias e instalar una próspera bodega de vinos de mesa que con el transcurso del tiempo se transformó en una Bodega Modelo, este emprendimiento, ya fue gracias a que sus hijos crecieron y fueron puntal fundamental para llevar a cabo la Bodega que funcionó hasta casi el año 2000”.
“Algunas anécdotas propias de la nonna Elisa era, que ni bien quedó sola de “los hombres de la casa”, es decir, que quedó viuda, concurrían asiduamente unos señores que “decían ser enviados del Banco Hipotecario” con unos papeles en mano, y les decían que ella “tenia que desalojar la chacra”, es decir que se querían quedar con las tierras, ella con mucha valentía, añadía que: “Cuando estos hombres entraban por una tranquera, ella, los sacaba con un palo, por la otra tranquera”. Por eso, siempre decía que nunca hay que bajar los brazos, los tiempos siempre fueron difíciles y lo seguirán siendo. Doña Elisa, como todos la conocían, no se distrajo en ningún momento de su vida, muchas veces lo comentó ella misma como sus propios hijos, que pasaron entre 10 y 12 años “sin pisar la calle ni de casualidad”: estuvo “internada” todos esos años en la chacra, días y noches, veranos e inviernos sin ver una piedra de la calle”.
Pero, cuando tuvo sus 50 años de edad, ella regresó a su tierra natal, Treviso, Italia donde se encontró solo con una hermana. Mucha nostalgia, por cierto. Ella siempre dijo, que “a Italia, volvía solo de visita, porque, a la América, la Argentina, ella le debía todo lo que alcanzó a ser en su vida. La perseverancia fue la que la llevó al éxito, estando sola y cumpliendo el rol de padre y madre. Sus hijos mayores, fueron quienes más sintieron “mucho o todo” de lo mencionado. La prosperidad fue su aliado en el trabajo, lo cual fue inculcado a sus hijos y nietos que siguieron su lema: “Persevera y triunfarás”. Así los supo posicionar como personas de bien en la sociedad como una familia reconocida en la zona por luchadores, trabajadores y buena gente.
¡Muchas Gracias, Olga Fedalto, por contarnos esta gran historia de tus ancestros inmigrantes italianos!
Publicado en rionegro.italiani.it/
https://rionegro.italiani.it/inmigracion-veneta-elisabetta-grigoletto-y-angelo-fedalto/