Strack nació en Punta Alta, una ciudad ubicada a unos 30 kilómetros de Bahía Blanca. Debutó muy joven en Rosario de Puerto Belgrano brillando como volante central, pero nunca se imaginó que su destino estaría ligado al Valle rionegrino y menos aun que podría vivir casi dos décadas del fútbol. “Nunca me imaginé vivir del fútbol. Era impensado. Yo enloquecía por jugar, pero no pensaba en nada más. Tampoco conocía Cipolletti. “Cuando me instalé no me quise ir más, acá tengo mi familia, mis tres hijos son cipoleños”.
Su madre falleció cuando tenía apenas 9 años y su padre se fue de la ciudad del sur bonaerense. Por eso vivía en las instalaciones del club puntaltense. Jugaba por unos pocos pesos y por un trabajo que el club le había conseguido, era administrativo.
Los que lo vieron jugar dicen que era un volante central elegante, talentoso y de gran personalidad. “Yo no sé como jugaba, te puedo hablar de mis compañeros. No había videos como ahora. Solo sé que amaba el juego”, sostiene.
Recomendado por el Bambi.
La liga bahiense no tenía en aquellos años la convocatoria que había en el Valle rionegrino, pero sí la misma pasión y rivalidad. Los encuentros entre Rosario y Olimpo de Bahía Blanca eran bravos. En el equipo aurinegro jugaba Rubén el Bambi Flores, otro de los grandes ídolos de la región. “Era un jugadorazo y muy difícil de marcar, lo mataban a patadas. Eran grandes partidos”, recuerda el Ruso. Ellos no tenían buena relación, pero compartían el vestuario en la selección regional.
En una práctica de la selección, mientras Strack hacía unos ejercicios con pelota, se acercó Flores junto a Rodolfo Santángelo, directivo de Atlético Regina. “Este hombre está buscando jugadores para un equipo del Valle, necesita un mediocampista y yo te dije que te lleve a vos”. Las palabras los sorprendieron de sobremanera. “Vos me recomendaste a mí”, le retrucó, “Sí”, respondió secó el Bambi. “Buenos vamos”, respondió. Así comenzó la travesía del Ruso por la región acompañado de quien con el tiempo se convirtió en un “hermanos de la vida”. Jugaron juntos en Atlético Regina, Cipolletti y Alianza.
Alucinado con los valletanos.
“Yo me volví loco cuando llegué acá. Vinimos con el Bambi Flores a jugar a Atlético Regina”. Fue la primera y única vez que el Albo rionegrino llegó a las ligas mayores. Fue en el año 1974.
El júbilo en la pequeña ciudad frutícola se hizo tan grande que el intendente de turno debió dar asueto al día siguiente. La victoria de 5 a 4 en el global ante Huracán en Comodoro Rivadavia –el gran cuco de la época– fue la máxima gloria del club.
La llegada a Regina fue gloriosa, miles de reginenses fueron a recibirlos. “Nunca había visto una cosa así. Quedé encantado, con la gente, con la pasión por el fútbol. No me quería ir más”, recuerda. Al día siguiente nadie fue a trabajar y se dio un gran banquete en la plaza de la ciudad con el plantel que había escrito la página más gloriosa del Albo.
Fragmento de lo publicado en Diario "Río Negro", 03/10/2017.
Enlace para leer la nota total.
Otro enlace para leer esta nota del Diario "Río Negro", 3/10/2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario