EFEMÉRIDES REGINENSES: 28 de Septiembre de 1935.
"Gran júbilo causó la designación del Primer Obispo de la Diocesis de Viedma, en la persona de Monseñor Esandi, decidiendro la Comisión de Fomento, imponer el nombre de "Don Bosco" a una calle del pueblo, la que se habilitará en la primer visita pastoral que haga el Obispo a Villa Regina (consta en Acta Nro.139)" (se transcribe texto de la Efemérides Reginenses citada en el libro "Historia de Villa Regina y sus memorias" de Franco González).
Monseñor Esandi y los colonos de Regina por Pantaleone Sergi.
Incluso el papa Pío XII estuvo interesado en el conflicto entre los colonos de Villa Regina y la Compañía Ítalo-argentina de Colonización, la Ciac, un conflicto que durante muchos años marcó la dramática vida de una colonia que se había presentado como un “modelo fascista de emigración”. El pontífice habría tenido que interceder, diciendo “media palabra” a Mussolini, “Bendito Primer Ministro de Italia” (el juicio y el despliegue de mayúsculas son del obispo de la Patagonia), a favor de las familias campesinas víctimas de una “estafa diabólica” que después de más de 15 años de trabajo y el dinero pagado estaban siempre en deuda con la compañía y en peligro de ser desalojados de las chacras que tenían. Entonces en 1941, a través del papa Pacelli, los colonos de Villa Regina, que vivían en una especie de “enclave” fascista en la Argentina, confiaban su destino al Duce. Él decidió la fundación de la colonia en 1924 y solamente él, ellos creían, podía “sin demora” arreglar las cosas.
Sin embargo, la desesperación de los inmigrantes italianos difícilmente, en aquel momento, podría atraer la atención del dictador. Quien había llevado a Italia a la guerra tenía otros tantos problemas.
Así, a pesar de los esfuerzos de monseñor Nicolás Esandi, el obispo salesiano de Viedma que se tomó a pecho la cuestión de las familias campesinas italianas del Río Negro (fue llamado el abogado de los pobres), los emisarios del fascismo y el ICLE, el Instituto Nacional de Crédito para el trabajo italiano en el extranjero, enojados por la intervención del prelado, continuaron como si nada hubiera sucedido y también acabaron creando una situación de evidente vergüenza entre las diplomacias de las dos orillas del Tíber, obligadas a compartir algunas “notas verbales” cuando la historia terminó en la mesa del secretario de Estado de su santidad interesado en el problema por la Embajada de Italia en la Santa Sede.
De manera inaceptable, el Vaticano había sido señalado por el representante ICLE en Argentina como uno de los posibles compradores de los derechos de la Ciac en Villa Regina: la Ciac en 1938 entró en liquidación y fue adquirida por el ICLE que constituyó la Sacra, Sociedad Anónima Colonizadora de Reconstrucción Agraria, con el objeto de comprar los remates que fuera realizando el Banco Hipotecario.
Documentos inéditos –en particular un largo y detallado memorial de monseñor Esandi– hallados entre los papeles de la Embajada de Italia en el Vaticano, más de 70 años después, echan nueva luz en un caso de tira y afloje entre los colonos y la compañía, que a principios de los años cuarenta alcanzó picos de tensión peligrosos para el orden público.
El tema central de las notas diplomáticas es el papel del obispo Esandi, quien no sólo salió en defensa de los colonos con una intervención a favor de ellos ante el presidente de la República, los bancos y el ministro de Agricultura, sino que él llegó a confiar en el uso del ejército para bloquear el desalojo de familias campesinas de sus granjas en Villa Regina. En la apasionada actividad en apoyo de las reivindicaciones de los colonos que, en su opinión, después de “15 ó 17 años de incansable trabajo, tribulaciones y hambre” tenían una deuda contraída con la compañía que no podían satisfacer a causa de “intereses exorbitantes”, ¿el obispo había actuado en nombre del Estado pontificio?
De esto, no tenía ninguna duda Edmondo Criscuoli, apoderado en Argentina del ICLE, gerente de la Ciac y presidente de la Sacra (SA Comercial de Reconstrucción Agraria), que interpretó a su manera la obra de monseñor Esandi en la disputa. Escribió al ICLE en Roma diciendo que el obispo de la Patagonia había intervenido en los asuntos de la compañía con el pretexto de proteger a los colonos y que su acción había provocado la interrupción de las prácticas de alojamiento y paralizado los cobros. Y yendo más allá, él vio en la acción del prelado los intereses del Estado papal en la compra de los derechos de la compañía en las “chacras” subastadas. Fue una clara distorsión de la realidad, esperable en un personaje particular, como se consideraba Criscuoli. Él gestionaba el ICLE en Argentina como cosa suya, sin ni siquiera informar a los vértices del Instituto italiano, con un semblante autoritario que no admitía interferencias en su trabajo.
Según Ercole Graziadei, comisario ICLE que en 1946 fue a Villa Regina, emprendiendo una solución a la larga y dramática controversia, Criscuoli era un buen técnico, pero su arrogante intransigencia lo hacía un desastre en las relaciones humanas y esto había exacerbado el conflicto entre los colonos y la compañía y entre el ICLE y el gobierno argentino.
Monseñor Esandi, “prelado venerable y digno” para las jerarquías del Vaticano, sin embargo, fue llamado por sus superiores para dar explicaciones. Lo hizo con un memorial largo y documentado el 2 de febrero de 1943 y dirigido a monseñor Giuseppe Fietta, nuncio apostólico en la Argentina. Como un buen pastor de almas, el obispo Esandi había escuchado el grito de dolor de las familias campesinas de Villa Regina y así, en la opinión del Vaticano, había “evitado las consecuencias dolorosas que de otro modo habría causado el conflicto”.
De hecho, en el memorial, el obispo pasó por las etapas de sus intervenciones en apoyo a las razones de los colonos. Él tenía una idea precisa de la situación de Villa Regina. Varias veces fue bien recibido en la colonia. Conocía los problemas de los inmigrantes, sus anhelos, sus miedos.
En 1941 se presentaron ante él, en una visita a la parroquia, cuarenta hombres desesperados, sin medios de subsistencia y a punto de perder los frutos de más de quince años de trabajo. Era la época en que el periódico “Solidaridad Obrera” y el diario antifascista “L’Italia del Popolo” en Buenos Aires lanzaban la alarma sobre el carácter dramático de la situación de Villa Regina y de los peligros que se avecinaban para cuatrocientas familias de inmigrantes italianos en riesgo de desalojo como resultado de los contratos leoninos que tenían que firmar.
La Ciac y la Sacra trataban de hacer dinero de cualquier forma “a través de la nueva extorsión y recuperando las tierras valoradas con quince años de sacrificio”. El obispo Esandi le pidió explicaciones a esa delegación y aconsejó nombrar una “Comisión de defensa de colonos”. Luego, ilustró la difícil situación de las familias con el presidente de la República Ramón S. Castillo, quien lo animó: “Siga, yo voy a sostenerlo”. Después encontró atención en el Banco Hipotecario Nacional, donde el anciano presidente J. Pérez prorrumpió en estas palabras: “Todavía están molestando a esos pobres colonos de Villa Regina que ya han pagado cuatro o cinco veces su obligación. Aunque se reunieran a trabajar juntos por un siglo los abuelos, hijos, nietos y bisnietos, no podrán satisfacer las exigencias de la compañía colonizadora”.
Todo estaba, pues, en las pretensiones ilícitas de la Ciac que había creado un sistema de explotación ultracapitalista.
Fue entonces cuando monseñor Esandi estaba seguro de la “victoria a favor de los pobres colonos”. Los cuales, por consejo suyo, habían formado la “Comisión de Defensa”. Eligieron presidente a Giovanni Rotter (años más tarde acompañó desde Buenos Aires a Villa Regina al comisario de ICLE Graziadei, dispuesto a resolver la disputa) y un ejecutivo de la Ciac le dijo que él pagaría su elección. De hecho, siguiendo la historia de monseñor Esandi, la Ciac se ensañó con los cinco hermanos Rotter subastando las 25 hectáreas transformadas en el jardín más hermoso y en la más hermosa huerta en la colonia que fueron adquiridos por la Sacra.
El pueblo se rebeló, unido y dispuesto a hacer cualquier cosa para salvar la propiedad de los Rotter. Villa Regina, para el obispo, estaba “en un volcán horrible”. Mejor, entonces, que el gobernador enviara a tiempo fuerzas armadas si se decidía desalojar a los Rotter: “Ninguno –explicó alarmado el obispo– puede contener la desesperación de los colonos”.
La misma desesperación el prelado la encontró en el asunto relativo al colono Piubelli (Francisco), el primero que dio la alarma en 1925: “Fuimos engañados, nos han traicionado”. Ellos lo callaron, recuerda monseñor Esandi, ahora le estaban dando la razón. Piubelli fue desalojado en 24 horas a pesar de la protesta “ordenada y varonil”, pero luego un juez le dio un tiempo de pocos meses censurando la Ciac por lo que había hecho.
Sí, el obispo Esandi, “amigo de los pobres desgraciados colonos”, había abrazado su causa. Pero nunca había actuado –aseguró solemnemente– en nombre de la Santa Sede. No entendía, entonces, por qué el ICLE había recurrido al Vaticano, pero él no se arrepentía de haber dado apoyo a “más de cuatrocientas familias italianas y otras de otras naciones, y luego otras tantas familias italianas que se sumaron por razones de trabajo, abandonadas en estas penosas circunstancias por las autoridades italianas”.
Los emisarios fascistas en Argentina no toleraron, sin embargo, su demanda de justicia social. La vieron como una intromisión en sus negocios. Lo acusaron antes con el cardenal de Buenos Aires Santiago Copello, después trataron de avergonzarlo directamente al Vaticano. El obispo insistió en que él actuó en “carácter de consejero de los colonos” y no “en nombre de la Santa Sede”. Tantum sufficit, concluyó en latín. Eso fue suficiente. No pudo resolver el conflicto monseñor Esandi, pero bloqueó la agresividad de la compañía. Fueron necesarios más de casi diez años de lucha y lágrimas para poner fin a la pesadilla de las amenazas de desalojo.
De hecho, recién en diciembre de 1950 comenzó la entrega de títulos de propiedad a los colonos.
Publicado en Diario "Río Negro", 23 de enero de 2014.
MONSEÑOR ESANDI Y SU IMPORTANCIA EN LA VIDA DE VILLA REGINA.
(yá publicado en ¡BIEN DE REGINA!)
Nacido en Bahía Blanca el 6 de se septiembre de 1876 y fallece el 29 de agosto de 1948, primer obispo de Viedma (Argentina). Sucesor del Vicario Apostólico de la Patagonia: Mons. Juan Cagliero.
Es un euskaldun, Nicolás Esandi, descendiente de Jaurrieta, en Navarra, cuya familia de origen vasco se asentó en Bahía Blanca hacia 1890. Su padre José Joaquín Esandi contrajo matrimonio con y María Dolores Nicolao, también proveniente de Jaurrieta, Navarra y tuvieron 9 hijos, tres de los cuales decidieron tomar la vida religiosa. Nicolás Esandi fue ordenado sacerdote salesiano el 28 de enero de 1900. El 17 de febrero de 1935 es ordenado Obispo en Buenos Aires. Toma posición el 18 de marzo de 1935.
En los primeros años de la Colonia Regina el remate de una chacra era una amenaza colectiva. No importaba si eran friulanos, trentinos, venetos, piamonteses, toscanos, marchigianos o sicilianos... cualquiera sea el lugar de origen estas familias tenían la posibilidad de perderlo todo...
En el años 1929, Compañía Ítalo Argentina de Colonización - C.I.A.C. - procede a llamar a los colonos a sus oficinas para que cada uno se presente para suscribir el contrato de las tierras -por cuyo remate- se le va a adjudicar lo que genera rechazos y protestas.
Monseñor Esandi era el enlace directo entre la Comisión Ejecutiva de Defensa del Colono presidida por Juan Rotter y las autoridades.
En noviembre de 1940 nació la "Comisión Pro Defensa de los Colonos" en la chacra de los hermanos Rotter, bajo presidencia provicional de Bautista Viberti. Asistieron a la reunión entre 250 y 300 personas. Integraban la misma: Juan Rotter, Enrique Perazzolli y Luis Berola.
La primera medida que tomaron fue solicitarle al Sr. Bignami, Presidente de la Comisión de Fomento que intervenga el Gobernador del Territorio, Adalberto Pagano.
Ettore Zuliani manifestó: "Llegué a la Argentina en el año 27. Formé parte de la Comisión de apoyo a los chacareros, junto a Juan Rotter que era su presidente, fuimos siempre guiados por el Obispo Esandi."
Elena Rotter recuerda: "Juan Rotter con Monseñor Esandi lucharon enormemente, en trámites, papeles... Juan se iba largas temporadas a Buenos Aires, mientras acá quedaban los hermanos, trabajando y pagándole todos los gastos, no los pagaban los colonos, todo lo pagaban los hermanos...y ellos con otro grupo de acá, los Angeli, los Donolo, se reunían y estaban en la lucha."
...
En 1946 se realizó en Buenos Aires una reunión definitoria, varios colonos, entre ellos Guillermo Donolo tuvieron una extensa entrevista con el entonces Presidente Gral. Juan Domingo Perón que ofreció como solución la Ley de Aparcerías Rurales que solucionaba la problemática en la Colonia Regina y que le dieron 33 años de plazo para la tierra y créditos para la contrucción de viviendas.
El Monseñor Nicolás Esandi se reunió en el patio de la Parroquia con los colonos para comunicarles personalmente el arreglo definitivo del largo conflicto con Banco Hipotecario de Nación.
(Fuente de investigación: "Las historias que nos unen" de Silvia Zanini).
En 1946 el Diario Patagonia reconocía que la intervención del Señor Obispo Monseñor Esandi contribuyó a encarrilar la solución de los remates
La Colonia Regina de Alvear, incorporada al Plan del Banco Hipotecario Nacional, compuesta de 1.400 hectáreas, subdivididas en 110 lotes, constiuyeuna nueva realidad, de la política social agraria, que propició el Gobierno del General Perón.
Cumplidas las exigencias fijadas oportunamente, se procedió a la transferencia definitiva de los lotes, con la asistencia de las autoridades locales,representantes gremiales, del Director del Banco hipotecario Nacional, Raúl Literas, y del Vicepresidente 2º, Juan Piñeiro, quienes concurrieron enrepresentación del Banco.
TESTIMONIO DE TULIO PERAZZOLI.
MONSEÑOR ESANDI, CRUCIAL EN REGINA.
Para quien conoció el sacrificio de los tiempos fundacionales, el agradecimiento es parte del relato. Así, en las historias de vida aparecen esos pequeños homenajes hacia aquellos que acompañaron a los productores, en su mayoría inmigrantes en una tierra extraña.
Tulio Perazzoli recordó a su abuela, la primera partera del lugar, cuya tarifa por sus servicios era algún artículo de primera necesidad o simplemente un eterno agradecimiento. También al almacenero Di Pauli, que generosamente les fio a todos los productores cuando no pudieron vender su producción, y a monseñor Esandi, obispo de la Diócesis de la Patagonia desde 1934.
Nicolás Esandi (1876-1948), nacido y ordenado en Bahía Blanca, fue el primer obispo de esta región y tuvo una actuación fundamental para que los productores de la Colonia Regina obtuvieran sus títulos de propiedad.
"Acá hubo una lucha desde el año '25, '26, de los productores para ser propietarios -relata Tulio-. Los inmigrantes habían comprado la tierra a la CIAC con créditos del Banco Hipotecario. En un momento se hizo una comisión (formada por Guillermo Donolo, Agripino Stefenon, Juan Rotter, Aquiles Trettel y Talmo Tassile, entre otros) para que los productores pudieran tener su título y salvarse de que sus tierras fueran rematadas. Ayudó muchísimo el obispo Esandi, que para los chacareros de la colonia estaba un escalón por debajo de Dios. Él hizo todas las gestiones en Buenos Aires para que los chacareros no perdieran la tierra y el trabajo que habían invertido en ella. ¡Los viajes que habrá hecho de Viedma a Regina! Cuando llegaba se juntaban los productores para ver qué novedades traía. Esandi llegó hasta Perón, que finalmente otorgó títulos a quien trabajaba la tierra. Esandi se entrevistó varias veces con Perón. Tenía sus años el obispo, venía con mucho sacrificio hasta acá, pero su intervención fue clave para que salváramos las chacras", cuenta.
"Recuerdo que un rematador llegó por el año '42, '43. Mi mamá estaba conmigo y en compañía de la señora de Donolo. El día del primer remate apareció un comprador mandado por el banco o por la CIAC. Esta señora que estaba con mamá se sacó un zapato y se lo tiró por la cabeza al comprador... se armó un gran alboroto y el remate se suspendió. En el segundo intento mandaron la policía montada y palparon a todos. A las mujeres no se animaron a revisarlas (risas). En ese remate no hubo compradores".
Desde su nacimiento la colonia tuvo períodos negros y otros prósperos. Obviamente, todo el mundo recuerda el tiempo de las vacas flacas en detalle, no sólo porque las colonias se mantuvieron unidas en la adversidad sino porque funcionaron como pequeñas comunidades organizadas, algunas veces por vecindad y otras, por zona o por regiones de origen y dialecto común.
Entre las estrategias de supervivencia que todo viejo poblador recuerda está la destilación de grapa: "Mis nietos conocen estas anécdotas de los comienzos de la colonia -cuenta Tulio-. En los años de la crisis, '29, '30, '31, muchos chacareros se dedicaron a hacer grapa para contrabando. Mi papá hacía grapa y con eso subsistíamos. Llevaba una damajuana por semana a un almacén y ahí mismo la cambiaba por un cajón de mercadería. Se escondían para hacerla, pero cuando hacían el alambique el olor se sentía a dos kilómetros (risas). Si nos buscaban, nos encontraban por el olor...".
Publicado en el Suplemento "El Rural" del Diario "Río Negro", 6 de septiembre de 2008.
Entrevista de Susana Yappert.
Anexo:
Hay un monumento histórico en una de las plazas de nuestra Ciudad cerca de la Ruta Nacional Nº 22 entre las calles Artémides Zatti (frente a la Iglesia Nuestra Señora del Rosario) donde está el “Monumento Monseñor Esandi” que recuerda a este hombre que estuvo en momentos difíciles de la vida de la Colonia Regina defendiendo a los productores para que no perdieran sus chacras.
En 1971 se emplaza un 20 de agosto un monumento en su homenaje
Monseñor Esandi fue defensor de los primeros colonos y fueron sus colaboradores Juan Rotter, Enrique Perazzolli, Agripino Stefenon y Guillermo Donolo por una iniciativa de Alfredo Tinti.
Monseñor Esandi fue defensor de los primeros colonos y fueron sus colaboradores Juan Rotter, Enrique Perazzolli, Agripino Stefenon y Guillermo Donolo por una iniciativa de Alfredo Tinti.
Se copia texto de una "vieja entrada" 26-12-2012 de ¡BIEN DE REGINA!
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